Empiezo este post citando palabras textuales de mi querido y admirado colega Luis Manuel Calleja (q.e.p.d.). Son estas: “No vale cualquier socio para cualquier negocio, ni cualquier negocio para cualquier socio. La conveniencia de los accionistas no es tan frecuente, natural ni evidente como parece, y es resultado de sucesivas y azarosas acciones de gobierno. Cada accionista ha de aportar al conjunto adecuadas dosis de iniciativa, dinero y poder para llevar adelante los negocios y fines”.
Responder a la pregunta de si se tienen los accionistas convenientes y actuar en consecuencia es una tarea permanente, racional y razonable que exige capacidad de diagnóstico diferencial temprano, diálogo sereno y determinación. Posiblemente sea la tercera responsabilidad del administrador tras evitar la quiebra y promover la buena sucesión.
Es un tema sobre el que conviene reflexionar desde momentos muy tempranos de la vida de la empresa.
Está en discusión el modelo de gobierno que la empresa tendrá en el futuro y su coherencia con los planes de desarrollo de la compañía y el propósito en sí mismo.
Muchas empresas nacen de la mano de un emprendedor que no piensa sólo en las rondas de capital, sino que tiene un propósito claro, más allá del valor de la empresa el día que considere convertir en patrimonio líquido lo que ahora son Money, Materials, Machinery, Markets and Management. Pido disculpas por el uso del anglicismo, pero así se lo escuché al hoy presidente de una de las más grandes empresas españolas al que invité a una sesión en el MBA en los años ochenta y el tema de “las 5M” me gustó. Y me sigue gustando porque pone de manifiesto que el auténtico empresario sabe crear mercados nuevos en zonas de océano azul y sobre todo dotar a su empresa de un estilo de Management propio que la hace difícilmente imitable, y ahí radica la clave de su éxito.
Volvamos al origen de la empresa. Las causas para emprender son diversas. Por enumerar sólo algunas podemos pensar en: Hacerse rico (desafortunadamente hoy la causa más común, pasando por encima de cualquier otra), divertirse creando productos y vendiéndolos, relacionarse con personas interesantes, crear empleo, hacer fructificar algo que ya se tiene, encontrar un medio para vivir, ayudar a otros, montar algo para la familia, conseguir influencia y un largo etcétera. Si desde el minuto cero no dedicamos tiempo de calidad a pensar en si los accionistas iniciales son los adecuados para esa finalidad, luego quizás haya que cambiarlos y eso siempre es difícil. Por eso pienso que en muchas empresas familiares se están ocupando seriamente de que las siguientes generaciones sepan qué significa ser accionistas responsables.
Pero no es un tema que afecte exclusivamente a las empresas familiares. Ejemplos de dificultades -entendimiento entre bloques de accionistas en grandes empresas cotizadas- aparecen con mucha frecuencia en la prensa. Algo debe haber de lo que hemos comentado.