Me han preguntado muchas veces cómo nace una empresa familiar. Mi respuesta siempre es la misma: la empresa nace como empresa; lo de llegar a ser empresa familiar o no, depende del empresario.
En las líneas de vida de la empresa y de la familia suele haber interacciones (suponiendo que el empresario tenga familia, claro).
Esa interacción es biunívoca. La empresa irrumpe en la familia de diversas formas: el emprendedor comenta sus ilusiones y sus dificultades en casa, los familiares quieren saber acerca de cómo va la empresa y si algún día tendrán un papel en la misma o no. Tener un papel no significa necesariamente que vayan a trabajar en la empresa. Los miembros de la siguiente generación pueden o no trabajar en la empresa, o pertenecer o no a los órganos de gobierno. Ello sólo dependerá de su capacidad para tener una posición en alguno de esos ámbitos y, naturalmente, de que haya necesidad de cubrir esa posición.
A igualdad de competencias, probablemente aportará más un miembro de la familia que un externo, aunque he visto excepciones.
Conviene establecer unas normas que separen bien los ámbitos empresarial y familiar si no queremos acabar armándonos un lío del que es difícil salir. También me han preguntado muchas veces qué es primero, si la familia o la empresa. Mi respuesta es la siguiente: en la expresión “empresa familiar”, empresa es el sustantivo y familiar el adjetivo calificativo.
Hay que proteger a la empresa, pues si esta desaparece también desaparece la empresa familiar.
Volviendo a la preocupación del empresario cuando se acerca el momento de trabajar a fondo la relación de la siguiente generación con el fundador; hay a mi modo de ver una cuestión inevitable: los hijos heredarán las acciones de la empresa (o no, pero el caso del no suele ser una excepción). Si van a ser propietarios de las acciones de la empresa tienen que entender qué significa el término accionistas responsables. Un accionista es el poseedor de una o varias acciones. En la empresa que uno hereda, se espera del heredero una cierta responsabilidad. Un sentido de propietario. Las acciones de una empresa familiar no son como una participación en un fondo de inversión, la cual uno vende sin saber siquiera qué acciones componen la cartera que constituye el fondo.
En las acciones de una empresa familiar hay todo un concepto de responsabilidad que va ligado a la propiedad psicológica que han vivido desde pequeños en la mesa del comedor los herederos (o no). Digo “o no”, porque es perfectamente lícito que el empresario nunca haya deseado la interacción empresa-familia que he citado al principio, y que tenga otros planes para la propiedad de esta. En ese caso podríamos hablar de empresa de dueño. El dueño como tal puede hacer lo que crea más conveniente con esas acciones, pero eso hay que pensarlo a tiempo, desde el principio. Pensar en ella cuando algunos miembros de la familia ya se han creado expectativas puede ser muy complicado y puede acabar mal para la familia y para la empresa.