Propiedad psicológica: un factor clave para la continuidad empresarial

El concepto de propiedad psicológica tiene profundas raíces históricas. Desde finales del siglo XIX, diversos autores en el campo de la psicología han explorado esta idea, describiéndola como una extensión del propio yo. Este concepto influye directamente en el sentido de identidad y pertenencia de las personas dentro de una organización, lo que sentó las bases para el desarrollo posterior de la teoría de la propiedad psicológica en empresas y organizaciones, particularmente en el contexto de las empresas familiares.

A principios del siglo XXI, los investigadores Pierce, Jon L., Tatiana Kostova y Kurt T. Dirks profundizaron en este concepto con su artículo «The state of psychological ownership: Integrating and extending a century of research». En él, describieron la propiedad psicológica (“psychological ownership”) como el sentimiento de posesión que las personas pueden experimentar hacia objetos, lugares o incluso empresas, a pesar de no ser legalmente propietarios. En el ámbito de la empresa familiar, este concepto es clave para comprender la relación emocional de los miembros de la familia con el negocio, un vínculo que trasciende la mera participación accionaria formal.

Numerosos estudios han desarrollado esta teoría, explorando cómo la propiedad psicológica influye en la toma de decisiones, la continuidad generacional y la gestión de conflictos dentro de la familia empresaria. Este sentimiento de pertenencia puede ser un motor de compromiso, pero también un foco de tensiones si no se gestiona adecuadamente.

La propiedad psicológica y la continuidad empresarial

Es fundamental reflexionar sobre la importancia de la propiedad psicológica en la continuidad de una empresa. No se trata sólo de los accionistas o de quienes tienen derechos legales sobre la compañía. Existen múltiples grupos de interés que también pueden sentirse propietarios emocionales del negocio: familiares, empleados, e incluso clientes, proveedores o la comunidad en la que opera la empresa. Sus expectativas, percepciones y tendencias conductuales pueden influir de manera decisiva en la sostenibilidad del negocio a lo largo del tiempo.

Algunas personas podrían argumentar que la ley de sociedades de capital establece claramente quiénes son los propietarios de una empresa y que esa es la única perspectiva válida ante los tribunales. Sin embargo, aunque el marco legal es esencial, la cohesión, la armonía y el compromiso no se logran sólo a través de normas jurídicas. La adhesión de las personas a una causa empresarial va mucho más allá de lo que dicta la ley; implica emociones, valores compartidos y un sentido de pertenencia que debe ser cultivado de manera intencional.

Una invitación a la reflexión

A los empresarios que desean asegurar la continuidad de su empresa en el tiempo, les propongo una reflexión estratégica: dediquen tiempo de calidad a identificar y comprender a los distintos grupos de interés que pueden sentirse propietarios emocionales de su negocio. Sólo así podrán diseñar estrategias de continuidad empresarial que integren estas dimensiones psicológicas, fortaleciendo la sostenibilidad y el compromiso a largo plazo.

Como ejercicio práctico, invito a los lectores a elaborar una lista de aquellos actores que podrían considerarse propietarios psicológicos de su empresa. En un próximo post, analizaremos juntos cómo esta lista puede ayudar a tomar decisiones más efectivas para el futuro del negocio.

 

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