En el post anterior enfatizamos en la necesidad de renovar nuestro modelo de negocio y las capacidades necesarias para poder mantener la empresa en situación competitiva.
Hoy me gustaría analizar el tema desde el punto de vista de la propiedad.
Todo modelo de negocio ha de servir para ofrecer una propuesta de valor a nuestros clientes que sea única y por ello nos elijan a nosotros en lugar de a nuestros competidores. Esto es fácil de decir, pero requiere una profunda reflexión, máxime cuando los competidores pueden surgir desde cualquier ángulo. Antes los competidores se buscaban dentro del sector. Hoy la definición de sector se ha desdibujado. Son todas aquellas empresas que pueden ofrecer una solución a nuestros clientes que sea igual o superior a la nuestra. Todo un reto. Basta con pensar en cómo han cambiado las relaciones con nuestros clientes, tanto por lo que se refiere a la forma de comunicarnos con ellos como a la forma de entregarles nuestra propuesta de valor. Muy probablemente nuestros recursos clave también habrán cambiado y, por supuesto, nuestras capacidades. Capacidades que se generan en nuestro modo de hacer las cosas, haciendo que ese modo nos haga distintos. Habilidades y actividades distintas a las que hemos venido desarrollando toda la vida. Piénsese tan sólo en el impacto que la transformación digital está teniendo en nuestro modo de hacer las cosas.
El profesor Pankaj Ghemawat en su libro Commitment: The Dynamic of strategy decía que, para crear una ventaja competitiva, una empresa debe comprometerse a desarrollar un conjunto de capacidades superiores a las de sus competidores, lo cual nos lleva a dotarnos de nuevos recursos. Tales recursos suelen ser costosos y difíciles de revertir. Llegado este punto, la propiedad se enfrenta a decisiones críticas, como identificar las opciones que son verdaderamente estratégicas y apostar por ellas comprometiendo recursos de forma poco reversible.
Si la propiedad está condicionada por aspectos personales y piensa más en su futuro que en el futuro de su empresa, quizás no esté en condiciones de asumir esos compromisos irreversibles de los que habla el Prof. Ghemawat.
Si el empresario fundador sigue ostentando las tres funciones que debe tener cualquier empresa y que son: la propiedad, el gobierno y la gestión (o dirección de la empresa), es muy fácil confundir necesidades con querencias.
Si ese empresario no se ha dotado de un órgano de gobierno que le sirva de reflexión a la hora de tomar esas decisiones críticas y esos compromisos irreversibles, lo más probable es que acabe tomando decisiones que no sean lo mejor para la empresa, porque sus prioridades personales puedan acabar influyendo es sus decisiones.
Ahí está el auténtico valor de un órgano de gobierno. Ayudar al empresario a saber distinguir lo que le conviene a él, de lo que le conviene a la empresa y ayudarle a encontrar un justo equilibrio.
Gracias por abrir este fascinante diálogo sobre la economía y la gestión de empresas familiares. Es evidente que tu experiencia y conocimientos arrojan luz sobre la complejidad de mantener la competitividad en el mundo empresarial actual. La adaptación estratégica, como bien señalas, se ha convertido en un elemento vital para la supervivencia a largo plazo.
Me intrigó especialmente tu mención sobre la distinción entre las necesidades personales y las de la empresa, un aspecto que a menudo se pasa por alto. Esta dualidad plantea desafíos significativos que requieren un liderazgo visionario. ¿Cómo ves la implementación práctica de un órgano de gobierno efectivo para guiar estas decisiones críticas? Me encantaría escuchar más sobre tu perspectiva y cómo has visto que estas ideas se traducen en el día a día de la empresa familiar. ¡Gracias nuevamente por compartir tu visión y fomentar esta conversación tan relevante!
Hola Marina. Un organo de gobierno es imprescindible para aliviar la soledad del empresario en este tipo de situaciones. Un consejo de adminsitración ha de ser un foro de buenas preguntas que ayuden a reflexionar.
Gracias por compartir estas reflexiones tan profundas y necesarias. Es evidente que la adaptación y la renovación estratégica son fundamentales en el mundo empresarial actual, y tus palabras iluminan el camino con claridad y sabiduría. La distinción entre las necesidades personales y las de la empresa es un tema crucial que muchas veces se pasa por alto. Valoro enormemente tu enfoque en la importancia de un órgano de gobierno que guíe estas decisiones críticas. Tu análisis no solo es enriquecedor, sino también inspirador para quienes buscan mantener su competitividad en un entorno tan cambiante. ¡Gracias por compartir tu visión!