La filosofía de gobierno es una forma práctica de entender la tarea del empresario y del dirigente y una guía para práctica para ayudarles a gobernar bien la empresa.
En el libro El arte de gobernar según Peter Drucker, su autor, mi colega Guido Stein dice lo siguiente:
“Dice Drucker que el dirigente ha de actuar como un director de orquesta que además es el compositor de la obra que interpreta, y ser capaz de entresacar lo mejor de los recursos de que dispone, en especial de las personas, neutralizar sus debilidades y actuar en dos dimensiones del tiempo: presente y futuro”
Drucker atribuye lo anterior al directivo, pero es evidente que sirve para el empresario. Porque ser empresario es algo más que ser el propietario de unas acciones. Eso es ser accionista y solo accionista. Algunos se conforman con ser propietarios de unas acciones que les confieren ciertos derechos económicos y de información. Y si esa es su vocación, reconocerlo es de sabios y han de ser coherentes con ello y no interferir en las tareas de gobierno y dirección.
El empresario inventa y crea el futuro. No lo puede prever, pero lo puede inventar y crear. Para ello maneja los tres ingredientes que hemos descrito en el post anterior: la iniciativa, el dinero y el poder.
A veces cando la empresa que ha creado el empresario crece muy rápido, aquel acaba alejándose del día a día y la iniciativa queda en manos de otros.
El profesor Juan Palacios en su nota técnica Modelos, Filosofía y Configuración institucional aporta esta idea: La iniciativa está tan unida al poder que muchas veces no se pueden distinguir ambos conceptos con claridad: son como dos caras de la misma moneda. La iniciativa es una manifestación del poder porque cambia la situación de las cosas y hasta puede incluso modificar la propia configuración del poder. Piénsese en cuantos directores generales de empresas actúan como propietarios de la empresa para la que trabajan. Ello es así porque saben que con su iniciativa han ido renovando la empresa y esto les da su dosis de poder frente a los que tiene el poder legal que son los accionistas.
Buenas tardes, Josep.
Me he quedado pensativo tras leer tu artículo.
Tengo una cierta tendencia a pensar que las empresas en manos de sus directores generales no son aconsejables. Las empresas deben tener, según mi opinión, gobernantes y gestores y no veo conveniente que se confundan ambos ámbitos.
También tengo claro que las empresas en las que sus gobernantes no gobiernen, están «condenadas» a ser gobernadas por sus gestores porque ¿quién si no se va encargar de ello? Cuando esto ocurra – y ocurre a menudo -, no pretendamos, desde los órganos de gobierno, echar la culpa a nadie si las cosas van mal porque la responsabilidad será nuestra por nuestra incompetencia.
Un abrazo fuerte y muchas gracias, Josep.