Decíamos ayer, exactamente el pasado 27 de julio, que hablaríamos de los socios industriales.
Hay momentos en la vida de una empresa en que el acceso a recursos o el desarrollo de capacidades no pueden llevarse a cabo con medios propios. Ha llegado el momento de pensar si necesitamos un socio que nos pueda aportar el acceso a esos recursos o el poder disponer de unas capacidades que quizás con nuestros propios medios no podríamos desarrollar.
Corren tiempos en los que la incorporación de tecnología de la información a todos nuestros procesos y productos se va convirtiendo en una necesidad. Sin embargo, no todas las empresas tienen escala suficiente para poder desarrollar aplicaciones de esas nuevas tecnologías que pueden cambiar por completo su propuesta de valor y su modelo de negocio. Pensemos en el ejemplo de los fabricantes de componentes para el automóvil. El coche eléctrico ya está aquí y el coche autónomo acabará llegando. Los cambios tecnológicos ahí son espectaculares. Pensemos en un fabricante de cajas de transferencia de potencia del motor a las ruedas motrices. Si nuestras capacidades son muy buenas en este campo habrá que ir pensando en cuanto tiempo van a seguir habiendo automóviles con caja de transferencia de potencia desde un motor de combustión interna a las ruedas motrices. ¿Qué ocurrirá el día que cada rueda tenga su propio motor eléctrico?
No hace falta ser un fabricante de cajas de cambio para vivir la situación descrita. Basta con ser uno de los que fabrican componentes para él.
Este es un punto en el que me gusta enfatizar en mis clases de estrategia. Antes de pensar en la estrategia hay que pensar en el punto de vista que acerca del futuro tenemos nosotros y tienen nuestros clientes. Si nuestro cliente no es el usuario final del producto o servicio la cosa se complica aún más por falta de visibilidad en los cambios que puedan avecinarse. A veces hay que jugar a años vista, pues las capacidades no se improvisan. Desarrollarlas lleva su tiempo.
Ahí es donde puede surgir la necesidad de incorporar un socio industrial que nos pueda aportar esas capacidades en un plazo corto de tiempo, comparado con el tiempo que podría llevar el desarrollo de esas capacidades. Puede que sea suficiente establecer una alianza estratégica con él, pero si vemos que la mejor opción es su participación en nuestro capital, deberemos pensar sosegadamente acerca de nuestro encaje en términos de visión, misión y valores.
Te invito a leer el artículo anterior donde hablábamos sobre los socios capitalistas externos.
Pensemos en el ejemplo de los fabricantes de componentes para el automóvil