Terminaba mi post anterior diciendo que hoy hablaría de las cualidades y modos de pensar, que a mi modo de ver son comunes en los empresarios de éxito.
Vamos a empezar por el modo de pensar.
Permítame el lector que haga una breve introducción dedicada a mi concepto de empresa y de empresario.
Soy de los que creen en la motivación trascedente de estos empresarios. Emprenden pensando en crear riqueza, no solo en hacerse ricos. No hay nada malo en hacerse rico, pero no debe de ser el único objetivo. Me sorprendo cuando veo en la prensa clasificaciones de empresas jóvenes basadas en su capitalización bursátil, como si ese fuese el objetivo principal.
En 1868 Jamsetji Nusserwanji Tata, fundador de Tata Group pronunciaba la siguiente frase: “Existe una gran diferencia entre ganar dinero para ti mismo y crear riqueza para los demás”.
A mi modo de ver, ahí radica la gran diferencia y donde radica la diferencia entre un empresario responsable y un creador de valor para los accionistas de las distintas rondas de capital.
El empresario tiene en su cabeza un modelo, como el que el profesor Antonio Valero enseñaba en las aulas del IESE en 1958 y que el IESE ha sabido mantener vivo desde entonces.
Para él la empresa era y sigue siendo, un conjunto de comunidades de personas alrededor de un proyecto común.
A esas comunidades de personas, hoy les llamaríamos grupos de interés o a algunos de ellos stakeholders.
Esas cuatro comunidades o grupos de personas son las siguientes:
Los clientes, la razón de ser de la empresa. Personas a las que la empresa debe satisfacer una necesidad real.
Los empleados, a quienes la empresa tiene la obligación de desarrollar como personas y como profesionales.
Los accionistas, que financian la empresa y esperan a cambio una retribución justa.
El resto de grupos de interés que se relacionan con la empresa, cada vez más numerosos y entre los que destacan los socios clave para la sostenibilidad del negocio.
Todo lo anterior debe llevarse a cabo en un marco de justicia y eficacia. Este es el arte que define a un empresario.
No basta con externalizar las actividades consideradas no nucleares y escudarse en que la ley del mercado nos proporciona la solución mas adecuada a nuestras necesidades. El mercado probablemente nos dará la solución óptima desde el punto de vista económico, pero quizás estará olvidando algún que otro criterio que la ética nos obliga a tener en consideración si nuestra visión de la empresa es como la que se ha descrito.
Conozco muchos empresarios que siempre han tenido en consideración esos criterios y que nunca han sucumbido a los cantos de sirena de que lo único importante es la creación de valor para el accionista. Y es que esto va de crear riqueza, no solo de hacerse rico.
(*) Seguimos utilizando la forma masculina como genérica, para agilizar la lectura, entendiendo que engloba tanto el femenino como el masculino.