Decíamos en nuestro post del pasado 5 de octubre que la filosofía de gobierno es una forma práctica de entender la tarea del empresario y del dirigente y una guía práctica para ayudarles a gobernar bien la empresa. No es una teoría ni un modelo abstracto. Es una manera de hacer las cosas que facilita su trabajo a los empresarios y directivos.
Estamos acostumbrados a ver la empresa desde un aspecto económico, sin embargo, la empresa como organización humana que es debe observarse también desde el prisma político.
Una buena observación del poder ayuda a formar un diagnóstico mejor y más completo de la realidad de la empresa y permite orientar la acción política de forma eficaz.
A mi modo de ver, el aspecto político está en una jerarquía superior al aspecto económico, ya que si surge un conflicto entre ellos solo se podrá resolver desde la perspectiva del primero. Ambos aspectos son incompletos ya que solo reflejan una parte de la tarea del dirigente. Gobernar es algo más que una tarea económica y política; por lo que a estos dos aspectos habría que añadir el punto de vista de las personas en la organización, las operaciones, los sistemas y un largo etcétera que haría la descripción tediosa y sobre todo inmanejable para el empresario, corriendo el riesgo de perder la visión de conjunto.
Por ello es importante centrarse en la tarea del empresario (o el directivo) como una filosofía practica de gobierno.
La principal desventaja es que una filosofía es menos precisa y más difícil de aplicar que un modelo, como los que hay en operaciones, en finanzas y oras áreas funcionales de la empresa. Y por supuesto ponerla en práctica requiere cierta experiencia.
El empresario trata de entender mejor que los demás la naturaleza de la empresa, de su negocio y de sus procesos. A su vez, puesto que el empresario busca la sostenibilidad de su empresa –no confundir empresa con negocio– deberá dotarla de una configuración institucional que sirva de base para esa continuidad.
Una empresa sostenible no puede depender de las personas que ocupan los puestos de responsabilidad en cada momento. Para ello es importante diseñar una cierta configuración institucional de la empresa, de la que hablaremos en un próximo post.