Tener claras las prioridades

Sin duda, la falta de tiempo es el principal enemigo de la unidad y armonía familiares que, como vimos en el post anterior, son dos ingredientes clave para asegurar la continuidad de las empresas familiares.

Muchas veces, las urgencias del negocio roban tiempo a la vida familiar y esto es fuente de tensiones. Es normal que de vez en cuando haya situaciones extraordinarias en la empresa que requieran más dedicación de la habitual, pero esto no debería convertirse en una norma. Tener claras las prioridades es el primer paso para organizar bien el tiempo y ser capaz de repartirlo entre las dos esferas, la familiar y la empresarial, de una forma equilibrada. Por muy absorbente que sea el trabajo, quien está convencido de que el «frente doméstico» es tan importante como el empresarial sabrá encontrar la manera de hacerlos compatibles. Formas de lograrlo hay muchas.

Algunas familias empresarias adoptan medidas de conciliación que acaban convirtiéndose en una política de la empresa. Un ejemplo lo encontramos en Bechtel, una de las  mayores empresas de ingeniería y construcción de Estados Unidos. Cuando Stephen D. Bechtel, hijo del fundador, fue destinado a Arizona, su esposa Laura Adeline Peart viajó con él. Fue el primer traslado del matrimonio, pero no el último. Bechtel solía pasar unos seis meses al año viajando, así que pronto establecieron una norma: «No Laura, no Steve». Es decir, que si la esposa no podía viajar con su marido, él no viajaba, una práctica que ya habían seguido los padres de  Stephen y que su hijo no dudó en aplicar cuando se incorporó al negocio familiar.

Ser capaz de ponerse en el lugar del cónyuge y de los hijos, y esforzarse por entender sus necesidades, también ayuda a organizar el tiempo. Hay gestos que son muy significativos: cuando una persona decide celebrar un éxito profesional con la familia antes que con los socios está dejando clara su escala de valores, y además hace partícipes a los miembros de la familia de los buenos momentos de la empresa y no solo les hace sufrir las tensiones de los momentos difíciles.

En una situación límite, puede darse el caso de que el cónyuge dé un ultimátum a su pareja, dedicada en cuerpo y alma a la empresa familiar, y le obligue a elegir entre familia y trabajo, pero este dilema no suele presentarse repentinamente sino que suele ser el resultado de numerosos descuidos en el «frente doméstico». Una comunicación fluida puede evitar que se llegue a estos extremos y ayudar a tomar medidas antes de que sea demasiado tarde.

A veces, los directivos toman decisiones que en un primer momento pueden resultar chocantes pero que solo persiguen encontrar ese ansiado equilibrio familia-empresa. Cuando en 2002 Michael Teel presentó su dimisión como consejero delegado de la cadena de supermercados Raley’s, fundada por su abuelo, la decisión pilló por sorpresa a casi todos. Años después, Teel se reincorporó al negocio y explicó el principal motivo que le había llevado a dejar su cargo: preservar su matrimonio.

Como apuntamos en el libro Sí, quiero, lo idóneo sería no llegar a estos extremos y ser capaces de tratar a la empresa como una empresa y a la familia como una familia antes de que sea demasiado tarde. ¿No os parece?

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