Replegarse, resistir o transformarse

Terminaba mi post anterior diciendo que en este analizaríamos tres posibles maneras de actuar que tienen las empresas familiares ante la situación creada por la pandemia de la COVID-19. Estas son: replegarse, resistir o transformarse.

Como en todo proceso de elección de la estrategia más adecuada, habrá que estar muy atentos al entorno. Hay que analizar con el máximo rigor las condiciones del contexto, tanto del entorno macro como del microentorno.

Por macroentorno entendemos aquellas dimensiones que pueden afectar a la marcha de la empresa pero que son exógenas a la misma, como el cuadro macroeconómico, el ambiente político, el marco legal, las tendencias socioculturales, los hábitos de consumo, etc.

El microentorno está formado por grupos de interés que, aun siendo externos a la empresa, esta puede tener cierto grado de influencia sobre ellos, como por ejemplo los clientes, los proveedores, los grupos de interés en general, los reguladores si estamos operando en un sector regulado…

Es importantísimo hacer un análisis riguroso y realista de ambos entornos para ver cómo nos puede afectar esta nueva situación y qué nos vemos obligados a hacer pensando en la sostenibilidad de la empresa.

A partir del análisis en profundidad de ambos entornos, tendremos que decidir por cuál de las tres estrategias mencionadas al principio del post nos decantamos.

Si de nuestro análisis sereno y objetivo se desprende que la situación, por muy dura que sea, volverá a la normalidad, lo adecuado es resistir. Eso sí, procurando que los movimientos tácticos y temporales no nos aparten de nuestra visión y misión.

Si, por el contrario, del análisis se desprende que la crisis ha traído y traerá cambios (esperados o no) que se perciben como definitivos en nuestro modelo de negocio, hay una gran oportunidad de transformación, aunque ello suponga plantearse cambios en el gobierno de la empresa y quizás en el propio accionariado.

No todos los cambios vienen forzados por la pandemia de COVID 19. Piense el lector en cuántos cambios habrán tenido que afrontar los fabricantes de componentes del automóvil a la vista de la irrupción de coche eléctrico y de los vehículos autónomos. Ese cambio de entorno no se debe a la pandemia, pero obliga a una transformación vertiginosa.

Quizás las cosas no sean tan drásticas y sea suficiente con desarrollar ciertas capacidades que ya teníamos en estado latente y que ahora hemos de movilizar para realizar nuevas actividades que nos permitan ofrecer a nuestros clientes una propuesta de valor distinta.

La situación menos ilusionante es aquella en la que, después de llevar a cabo ese análisis de ambos entornos, concluimos que el sector ha quedado definitivamente dañado por la crisis y nuestro modelo de negocio ya no tiene cabida. En ese caso, lo adecuado es replegar.

Ojalá sean las menos las empresas familiares que se vean abocadas a este escenario. Aunque estoy seguro de que, aun viéndose obligadas a replegarse, muchas empresa familiares resurgirán como el ave Fénix, porque lo de ser empresarios está en sus genes.

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