No les voy a hablar de la novela corta de Gabriel García Márquez aunque el título lo pueda sugerir. De lo que vamos a hablar es de las circunstancias que pueden llevar a la desaparición de una empresa. Me basaré en un concepto que mi colega y amigo Miguel Ángel Gallo, antecesor mío en la cátedra de empresa familiar que ya dejé en el 2020, llamaba la triple coincidencia. Miguel Ángel lo contaba así.
Con el devenir del tiempo, si no se toman las medidas oportunas hay en la empresa tres factores que cuando se juntan en el tiempo son letales para la empresa.
El primero de los factores es el efecto que produce el paso del tiempo en el negocio que dio lugar a la empresa. Transcurridos treinta o cuarenta años lo más probable es que la empresa necesite de una importante revitalización estratégica. No conozco yo muchas empresas, si dejamos aparte la Coca Cola y las canteras de granito que aguanten más de treinta años sin un revamping. Incluso los dos ejemplos utilizados quizás no han sufrido grandes cambios en sus productos, pero seguro que han tenido cambios organizativos importantes o están utilizando tecnologías que hace treinta años no utilizaban. Es fácil de asumir pues, que cada treinta años (o con mayor frecuencia) hará falta una buena revitalización del negocio y de la empresa.
La segunda cuestión es el desarrollo de capacidades para responder adecuadamente a la nueva propuesta de valor resultante del revamping. Es bien sabido que las capacidades residen en las personas que trabajan en la empresa y que aquellas las han ido desarrollando a medida que llevaban a cabo determinadas actividades. Pero ¿Qué pasa si esas capacidades ya no son adecuadas para competir?
¿Quién se hará cargo de renovar esas capacidades? Algunas veces bastará con que las mismas personas desarrollen esas nuevas capacidades, pero en otros casos, si el cambio necesario es muy disruptivo, quizás esas personas ya no puedan coger ese tren. ¿Qué hacer entonces?
¿Quién debía haber visto con suficiente antelación el problema que hoy tenemos? ¿Quién puede ayudar a impulsar el cambio necesario? La respuesta sería el consejo de administración, haciendo ver al CEO la gravedad de la situación y apoyándole para hacer la necesaria reestructuración.
¿Pero qué pasa cuando el CEO y es a su vez propietario y administrador único porque nunca le ha parecido útil tener un consejo de administración?
Supongamos que el fundador creó su empresa cuando tenía 30 años. Si han pasado entre treinta y cuarenta años desde la detección de la oportunidad original del negocio y la creación de la empresa, ese CEO/Administrador/Propietario tiene ahora entre sesenta y setenta años.
A aquellos que no estéis en esa franja de edad me gustaría haceros esta pregunta: ¿Cuáles son las prioridades de un empresario y de cualquier persona a los setenta años?
Y aquellos que ya estéis en esa edad os invito a reflexionar a fondo sobre la cuestión.
Muy interesante su análisis profesor, es una pregunta que sin duda invita a reflexionar. Gracias por su síntesis pedagógica.
Hola, me permitiré responder esas preguntas, obviamente la prioridad es hacer crecer la empresa; y respecto a la prioridad a los 70 años, en mis 40, es obviamente vivir más años … con el patrimonio logrado claro esta; Ahora bien, con respecto al efecto tiempo en una empresa, esta sin duda debe fortalecer al paso de los años innovando, tenemos ahora mismo, en la actualidad que esta pandemia obligo a muchas empresas a cambiar su formato de atención, pasar de la presencialidad a la virtualidad fue un reto y sigue siendo reto, que obligo a mucho a digitalizarse a fin de seguir presentes en la comunidad, lo cual nos lleva a pensar que sino evolucionas o te adaptas (como el virus) definitivamente te extinguiras.
En mi caso he visto una gran preocupación en mi Jefe en dejar el negocio en las mejores circunstancias, dado el tiempo que vivimos… He visto honda preocupación por no haber sido capaz de prever la situación y por ende una gestión de la inversión y el gasto de guerra, y decidiéndose por la entrada de entrada de socios tecnológicos en el negocio, vendiendo a una parte de la empresa que asegure la actividad para unos 10 años