Cuando Rupert Murdoch hizo la oferta de comprar el grupo Dow Jones Wall Street Journal, en la familia Bancroft, la propietaria de la mayoría de las acciones, se inició un debate abierto que les obligó a plantearse su responsabilidad como propietarios.
En el mail enviado al resto de los familiares, Chris Bancroft, uno de los principales accionistas decía lo siguiente: “Nos ha sido entregada una responsabilidad que nunca antes hemos tenido. Decidir el futuro de la empresa que tiene más de cien años y es considerada como una de las mejores del mundo en su sector.”
Su sobrino Crawford Hill, le contestó de un modo que resume muy bien la importancia de recordar constantemente cuales son las obligaciones de un accionista responsable en una empresa familiar:
En realidad, Chris, hemos tenido esa responsabilidad todo el tiempo. No hay nada nuevo acerca de tener que ser dueños responsables, activos y comprometidos. Nosotros, a pesar de los intentos de unos pocos, no hemos actuado hasta ahora como lo hacen los propietarios comprometidos con sus empresas exitosas. En realidad, estamos pagando ahora el precio de nuestra pasividad en los últimos 25 años. Esto no es algo que haya sucedido de la noche a la mañana y en el contexto de la historia y circunstancias que concurren, es muy comprensible y triste que la empresa que poseemos se encuentre ahora en la posición en la que está.
No hemos actuado como propiedad de la empresa, como señaló el propio Warren Buffett. No teníamos legado en el sentido estricto del término».
El resultado del debate es bien conocido. Rupert Murdoch sumó a su cartera de medios de comunicación el Wall Street Journal y la familia Bancroft puso el punto final a más de un siglo de legado familiar.
Para evitar que en nuestra empresa familiar pueda pasar lo mismo, hay que mantener siempre abiertos todos los canales de comunicación entre la propiedad, el gobierno y la dirección, para definir ¿qué queremos? y ¿cómo lo queremos?
El primer paso es estar de acuerdo sobre cuál es el horizonte hacia el cual nos dirigimos y decidir si lo que estamos creando es algo efímero, diseñado únicamente con el propósito de perdurar durante el tiempo que la generación que lo construyó se ocupará de su gestión. O deseamos dejar un legado que trascienda en el tiempo, durante muchas generaciones sucesivas.
Una vez definido este punto ya nos podemos dedicar a planificar los temas como por ejemplo, el tamaño que tenemos y queremos tener, o el modelo que queremos y podemos tener.
Es un dialogo constante, que exige una planificación paralela de las dos realidades aparentemente opuestas: los razones de la estrategia empresarial y la naturaleza familiar. No es un trabajo fácil, pero cohesiona de una manera extraordinaria los distintos modelos de accionistas que con el tiempo llegan a convivir en la empresa familiar.
Muy buen artículo Josep! Creo que en una empresa todos sus miembros deben sentirse comprometidos con los objetivos de la misma. Todos apuntan hacia un mismo fin.
La carta es un muy buen ejemplo de como las familias que crecen en la riqueza sin ser inculcadas en los valores nobles, pierden la noción de la realidad.
Si las generaciones en poder no prestan mucha atención a formar accionistas responsables será inevitable llegar a este tipo de situaciones que tan bien describe Chris.
Gracias por compartir el ejemplo.
Saludos
Javier
Estimado Javier,
Me alegra que hables de valores nobles.
Últimamente parecen estar de moda los valores útiles y especialmente los llamados valores agradables.
Los valores nobles son los fundamentos para la formación de cada ser humano y son de suma importancia en las organizaciones que tienen una gran responsabilidad social, como es el caso de las familias empresarias propietarias de las empresas familiares. En el año 2011 publicamos, junto con dos investigadoras del IESE, un articulo en la revista de Alumni del IESE que puede servir para profundizar un poco en el tema (VER EL ARTÍCULO).
La gestión basada en los valores es fundamental para la continuidad del proyecto empresarial. Las empresas familiares tienen mucha experiencia en este campo. En el mismo artículo se hace mención de un estudio realizado por la Cátedra de la Empresa Familiar del IESE en el que se identificaron cinco valores: generosidad, humildad, comunicación, servicio y calidad que caracterizan a las empresas familiares. Todos estos valores pueden contribuir a la satisfacción personal de los miembros de la organización y constituyen unos fundamentos sólidos sobre los que se asienta el edificio empresarial de generación en generación.
Saludos
Josep