La imagen habitual del liderazgo está ligada a las personas que en tiempos de grandes dificultades logran sacar lo mejor de cada uno para conseguir conjuntamente superar todas las adversidades y llegar a buen puerto. Gracias a esta capacidad de motivación e inspiración, los líderes reciben el reconocimiento de la sociedad.
Pero el liderazgo también se ejerce en tiempos de bonanza, aunque el reconocimiento y el premio no siempre sean los mismos que en tiempo de tempestades. Ejercer este tipo de liderazgo requiere de humildad, generosidad y gratitud. Una serie de valores que a veces los que están aislados en la cima del poder ignoran.
El poder motivador de este liderazgo es igual o incluso mucho más potente que el liderazgo en tiempos difíciles. Un buen ejemplo es Yang Yuanqing, el presidente ejecutivo de Lenovo Group, el mayor fabricante mundial de ordenadores, quien hace un par de semanas anunció que compartirá su bonus anual después de que su empresa lograse una cifra record de ventas.
Tras superar a Hewlett-Packard y lograr el puesto Nº1, el ejecutivo ha decidido repartir entre 10. 0000 trabajadores de Lenovo más de 3 millones de dólares. Este pago es financiado personalmente por Yuanqing quien considera que «tiene la responsabilidad como accionista de la empresa y la oportunidad como líder de asegurar que todos los trabajadores entiendan el impacto que tienen en la construcción de Lenovo”, señala en un comunicado enviado a la plantilla de la compañía según publica USA Today.
En las empresas familiares, debido a la cercanía entre la propiedad y los empleados este tipo de prácticas es mucho más común. Pero me gustaría destacar un ejemplo de hace dos años que es una buena muestra de generosidad y gratitud.
Es el ejemplo de Grenda Transports una empresa de transportes australiana que dio una gran sorpresa a todos sus empleados, quienes sin previo aviso encontraron en sus cuentas bancarias una agradable sorpresa.
Después de más de seis décadas transportando viajeros, la familia propietaria de Grenda Transports —una empresa familiar de segunda generación— decidió vender la empresa y repartir parte del dinero entre sus 1.800 empleados. Ken Grenda, de 79 años, y sus hijos Geoff y Scott querían agradecerles de esta manera su dedicación. Distribuyeron 15 millones de dólares entre sus colaboradores «por contribuir al éxito de la empresa».
Para terminar este post solamente me gustaría invitarles a reflexionar acerca de las palabras de Ken Grenda:
“Nuestro negocio está hoy en día donde está, solamente gracias a la alta calidad de sus empleados y estoy seguro de que esto fundamentará aún más la fortaleza del negocio en el futuro.”
Estimado Josep
Nuevamente exponeis un tema muy apropiado. El reconocimiento del trabajo bien hecho es muy importante, independientemente del puesto que ocupe cada trabajador en la organización. Y si hay un beneficio extraordinario en la empresa no está mal compartirlo.
Sería de desear que ese ejemplo fuera más frecuente, y también el «contrario», cuando las cosas van mal que todos aportemos nuestro granito de arena.
Gracias
Saludos