“Poder ir construyendo un proyecto futuro para la continuidad de la compañía: me cuesta mucho, las pymes son pymes y según qué sector cuesta más”, termina el mensaje de un antiguo alumno al que ha sido dedicada ésta serie de posts.
En el primer post de la serie hablé de la diferencia entre empresa de dueño y empresa familiar. En este me gustaría comentar la falsa reciprocidad conceptual entre empresa familiar y pyme.
En base a la información estadísticamente disponible seguimos distinguiendo las empresas por tamaño: micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. Es la forma mas fácil de clasificar, lo cual no quiere decir que sea la mas útil. En todas las economías del mundo desarrollado existen estadísticas que clasifican las empresas del país por tamaño (ventas y/o empleados) y las pymes representan una parte importante del tejido empresarial, de modo que las administraciones prestan mucha atención (o dicen hacerlo) a favorecer las condiciones que estimulen su desarrollo.
Sin embargo, la única clasificación posible no es por el tamaño de la empresa. Desde los finales del siglo pasado se ha empezado a introducir otra forma de segmentar, la que mira quien es el propietario de la empresa, independientemente de que sea micro, pequeña, mediana o grande.
En la Cátedra de Empresa Familiar del IESE estamos llevando a cabo un proyecto que tiene por objetivo disponer de una base de datos de empresas españolas clasificadas según la naturaleza de su propiedad. La relevancia de esta segmentación aparece en el hecho de que la propiedad condiciona mucho más la continuidad de las empresas que el tamaño. Según datos del Observatory of European SMEs, el 92% de las empresas europeas tiene una facturación inferior a los dos millones de euros. Así pues no es extraño que la mayoría de empresas familiares sean pymes, porque la mayoría de empresas lo son.
Es importante desterrar el mito de que empresa familiar y pyme son sinónimos, porque no lo son. La mayoría de empresas son pymes por el simple hecho de que durante la fase de desarrollo es muy difícil acceder a las fuentes de financiación y por ello están destinadas a depender del ahorro propio que en este caso es el ahorro de la familia, que es la quien realmente arriesga su patrimonio.
La decisión y la capacidad de convertir una pequeña empresa en una empresa grande residen en las manos de la propiedad, que en el caso de las empresas familiares es la familia. Querer ser una gran empresa requerirá sin duda visión estratégica para detectar las oportunidades, grandes sacrificios y asumir riesgos. Así surgieron todas las grandes empresas familiares que hoy en día estudiamos como modelo, en todos los países del mundo.
Depende de la voluntad y la capacidad de la familia como familia empresaria verse como una pyme o una empresa familiar. Desde mi experiencia, el alcance de un proyecto cuya continuidad está sostenida por una familia fuerte, preparada y comprometida, tiene muchas más posibilidades de seguir adelante que una empresa sin esta condición.
La verdad es que definirse como Pyme o como empresa familiar cambia completante la orientación del negocio. Puede que parezca una exageración, pero el lenguaje no es inocente. Una Empresa Familiar, requiere al menos tres cosas, que la familia tenga control sobre la propiedad y la dirección del negocio, y además que haya una voluntad de permanencia, es decir que estén implicadas más de una generación. Si me defino como Pyme, sólo doy información acerca del tamaño, pero si me defino como Empresa Familiar, está claro que hay objetivos de empresa, valores, y características que son exclusivos de la Empresa Familiar.
Estimada Berta,
Todo reside en el lenguaje. Es a través de ello que manifestamos nuestra forma de ver y entender el mundo que nos rodea.
Definirse como una pyme o una empresa familiar expresa la voluntad de compartir el legado con las siguientes generaciones y esto propulsa el proyecto empresarial con más fuerza hacia el futuro.
Saludos
Josep