Incorporar a profesionales externos en puestos directivos de la empresa familiar tiene ventajas, como vimos en el último post, pero también supone riesgos, como señala el IV Barómetro de Empresa Familiar de KPMG. Aparte de los posibles conflictos que pueden aparecer entre los directivos externos y la siguiente generación, y la posible pérdida del control familiar sobre el negocio, el principal desafío que supone la entrada de directivos externos es la falta de una visión compartida y de valores comunes (para el 33% de los encuestados).
Una preocupación que también refleja el estudio «Los valores y la comunicación en la empresa familiar», que recientemente hemos llevado a cabo en la Cátedra de Empresa Familiar del IESE en colaboración con Atrevia. Los empresarios familiares entrevistados señalaron la dificultad que supone transmitir los valores fundacionales de la empresa a los empleados que no son miembros de la familia y, por tanto, no viven de la misma manera el vínculo emocional con el negocio.
No es fácil “contratar empleados que compartan los valores de la familia y de la compañía”, reconoce José Miguel Guzmán, gerente general de Lo Campino. Fernando Elizondo, de Corporación EG, subraya que con la incorporación de profesionales externos es difícil mantener los valores en el negocio.
El negocio se desarrolla de forma racional pero los vínculos de quienes participan en él son emocionales, como señala el estudio. Por eso es importante aprender a armonizar lo emocional con lo racional para que los trabajadores que no sean de la familia puedan sentir que forman parte de un proyecto común.
Cuando la propiedad es capaz de delegar el poder en el directivo no familiar, confía en él y le confiere suficiente autonomía, el directivo podrá desarrollar sus funciones de forma profesional, demostrar sus capacidades y ganarse la autoridad moral y profesional. El binomio confianza/lealtad entrará entonces en una dinámica virtuosa que generará un sentimiento de inclusión en la familia, a la que el directivo no familiar se sentirá unido por un «contrato psicológico», muy en línea con el concepto de propiedad psicoemocional tan importante en la empresa familiar y del que ya he hablado en repetidas ocasiones.
Una recomendación final: señor directivo profesional, recuerde que usted puede llegar a ser ‘como de la familia’ pero tenga claro que no es de la familia si quiere ahorrarse disgustos.
Muy buen artículo, al igual que todos los del blog me ha encantado!
Interesante artículo. Gracias Josep!