Sé que el título puede parecer contradictorio, pues algo conservador no puede ser radical, y a la inversa. ¿Cómo se puede ser a la vez extremo y tradicional? ¿Se puede buscar el cambio total y a la vez ser inmutable?
“Cierto punto de radicalidad entre generaciones es bueno para el negocio”, porque permite conectar con el consumidor joven. Así lo explica Adriana Domínguez, CEO de la empresa familiar Adolfo Domínguez, en un artículo publicado en ABC. La consejera delegada defiende que cada nueva generación de la familia es también “una generación de consumidores, y quien mejor conecta con sus consumidores son gente de su misma edad».
Estas declaraciones dejan claro que cada generación de la familia empresaria debe reinventar la empresa manteniendo lo esencial, que debe permanecer inmutable. ¿Qué es lo esencial? Los valores, esa estrella fija en el horizonte que puede guiar durante siglos, en palabras de James C. Collins y Jerry I. Porras.
Toda empresa familiar debe tener claras la visión y la misión, pero al mismo tiempo, ha de ser lo suficientemente flexible para ser capaz de adaptarse a los cambios. ¡Inmovilismo y longevidad sí que son incompatibles!
Adriana Domínguez pertenece a la tercera generación de la familia Domínguez. Ahora lleva las riendas de un negocio que empezaron sus abuelos, con una sastrería, y al que su padre se incorporó con 26 años. Con la llegada de la tercera generación a la dirección de la empresa, se ha impulsado una “rearquitectura de marcas” que ha llevado a integrar las tres marcas que existían en una sola. Es solo uno de los cambios que se ha llevado a cabo en los últimos meses.
La empresa Adolfo Domínguez está inmersa en un proceso de actualización de la marca para atraer a los jóvenes y a “los clientes que dejaron a la compañía”, explicaba la directiva en una entrevista publicada en Cinco Días. Añadía que “lo que nos hizo triunfar en el pasado fue ser disruptivos y eso se puede volver a hacer”.
Adriana Domínguez dice que acomete los cambios con mentalidad de ‘start up’. Todas las generaciones deberían llegar a la empresa familiar con un chip innovador pero a la vez con un conocimiento profundo de la esencia del negocio. No es casualidad que la palabra radical también haga referencia a las raíces en una de sus acepciones, ¿no os parece?
Se puede ser innovador y arriesgar sin dejar de lado la tradición del negocio, de la misma forma que se puede perseguir el cambio de forma constante sin perder la esencia. Así que, volviendo al título de este post, toda empresa familiar debería aspirar a ser radical y conservadora al mismo tiempo si desea permanecer en el tiempo y construir un legado para las futuras generaciones. Debería, en resumen, perseguir la radicalidad conservadora.