“Como pioneros en el mundo de la salud, tenemos la responsabilidad de mejorar la vida de las personas desde la fundación de la compañía en 1896”. Así se autodefine la farmacéutica Roche en su página web. Toda una declaración de intenciones que se constata en la misión de la compañía: “En Roche trabajamos por tratar necesidades aún no cubiertas”.
Puede sonar a ciencia ficción, pero en realidad adelantarse a lo que aún no existe significa apostar por la innovación, para lograr anticipar las necesidades del mañana.
Como explicamos en el artículo que hemos publicado In Family Business sobre la historia de esta empresa familiar suiza, fue un banquero, Fritz Hoffmann-La Roche, quien fundó F. Hoffmann-LaRoche & Co en 1896, junto con su esposa Adele La Roche.
Hoffman fue uno de los primeros empresarios en darse cuenta de que la fabricación industrial de medicinas sería un gran avance en la lucha contra las enfermedades. Además, estaba convencido de que el futuro estaba en los productos farmacéuticos de marca y apostó firmemente por ello.
Cuando en 1920 el fundador de Roche murió, el químico Emil Christoph Barell, que trabajaba en la empresa desde su fundación, dijo de él: «En cada paso fue [Fritz Hoffmann] quien determinó la dirección de la empresa, guiándola hacia cosas más grandes y mejores con su visión, energía inquieta, espontaneidad contagiosa y optimismo indomable». Barell se convertió en el nuevo CEO de la farmacéutica.
No es de extrañar que la máxima responsabilidad de gestión recayera sobre un científico, pues el departamento de investigación tuvo desde el principio un papel destacado en la empresa. El mismo año de la fundación, Barell y el farmacéutico Carl Schaerges, el primer jefe de investigación, demostraron la presencia de yodo en los extractos de tiroides, según se explica en la página web de Roche. Este descubrimiento se tradujo en la primera patente de Roche y el lanzamiento del primer medicamento, Aiodin, el primero de una larga lista de productos exitosos.
A la innovación temprana se suma otra característica que ha tenido un papel clave en el desarrollo de Roche desde sus orígenes: la internacionalización. Ya desde los primeros años, la empresa exportó sus productos y creó una extensa red de agentes y filiales de venta en Europa y otros continentes.
Otro aspecto que me parece relevante en la historia de esta empresa farmacéutica es su capacidad para adaptarse al contexto. Si en la década de 1950, la diversificación le permitió crecer, en los años 70 del mismo siglo fue el centrarse en su core business lo que le permitió salir airosa e incluso reforzada de la crisis económica. Roche vendió las filiales dedicadas a algunos segmentos de vitaminas, perfumería y cosmética, y puso el foco en los productos farmacológicos.
El crecimiento de esta empresa familiar combina la innovación con la internacionalización y la capacidad de adaptación. Todo ello, guiado por el legado de su fundador, Fritz Hoffmann-La Roche, que a juzgar por la información que leo en la página web de Roche, se mantiene muy viva. “Es importante que sigamos por este camino. porque la innovación duradera es nuestro mejor regalo para la sociedad. Es una gran herencia, y una gran responsabilidad de cara al futuro”, en palabras de Severin Schwan, actual CEO del Grupo.
Y vosotros, en vuestra empresa familiar, ¿tenéis claro en qué principios se basa la visión de negocio? ¿Existe una cultura de innovación que busque la mejora continua? ¿Habéis pensado en la internacionalización? ¿Contempláis la posibilidad de diversificar las líneas de negocio?