Tras analizar los aspectos relativos a la sucesión, la familia y el consejo de administración, solo nos queda explorar dos dimensiones más para completar el chequeo a la salud de la empresa familiar: los accionistas y el negocio. Centrémonos ahora en los accionistas y veamos qué aspectos conviene tener en cuenta en el diagnóstico de salud global de vuestra empresa familiar.
Estas últimas semanas, hemos ido publicando en In family business unos vídeos en los que hablo precisamente de este tema. ¿Qué tipos de accionistas podemos encontrar en la empresa familiar? ¿Qué esperan de la empresa familiar? ¿Cómo se logra crear vínculos de confianza entre los propietarios involucrados en la gestión del negocio y los que no lo están?
Como explico en este vídeo, en base a mi experiencia, en las empresas familiares podemos encontrar 6 tipos de accionistas, que surgen de la combinación de lo mercantil y lo familiar: los accionistas pasivos, los activos, los implicados en tareas de gobierno, los involucrados en la gestión del negocio, los accionistas orgullosos de ser parte de la empresa y los accionistas comprometidos.
He ordenado la tipología de menor a mayor implicación con la compañía. Eso no significa que existan accionistas de primera y de segunda categoría: todos son propietarios de la empresa familiar y tan legítimo es involucrarse en el día a día del negocio como decidir implicarse en el gobierno o querer mantenerse al margen de todo. Cada persona tendrá sus razones y bien válidas son.
En general, en la empresa familiar, los accionistas quieren sentirse parte de un proyecto. Por supuesto que también esperan recibir dividendos y que crezca el valor de sus acciones, como todo accionista, pero eso no lo es todo: también desean sentirse parte de la empresa. Quizá la excepción serían los accionistas pasivos, en la clasificación que hemos presentado más arriba, pues estos suelen conformarse con recibir su dividendo anual y una mínima información sobre la evolución de la compañía.
Todos los accionistas deberían estar debidamente informados sobre la marcha de la empresa, las decisiones importantes que se van tomando, los resultados económicos y los proyectos de que se llevan a cabo. Hay que implicarles también en acciones de responsabilidad social. Deben sentir como propio el propósito de la empresa.
Es deseable que los accionistas además de recibir lo que por ley les corresponde, puedan aportar valor a la empresa. Para ello deberán preocuparse de estar debidamente formados, para poder así contribuir con sus capacidades y habilidades a la empresa familiar.
A pesar de todo y aunque nos guste pensar en el compromiso a largo plazo de los accionistas, puede haber numerosos motivos que lleven a abandonar el proyecto empresarial y la empresa ha de estar preparada para hacer frente a estas salidas. La empresa familiar no puede ser una jaula de oro. A ese tema dedicaré mi próximo post.