El futuro de mi empresa

Decíamos en el post anterior que conviene mirar a largo plazo, tratar de entender cómo será nuestra empresa en el futuro y pensar en una configuración institucional sólida.

El propósito del post de hoy y los siguientes es -y será- ofrecer una forma ordenada de pensar en el futuro.

Empecemos por la propiedad, porque la propiedad condiciona todo lo demás.

Edad del fundador. No voy a fijar un límite, pero estaremos todos de acuerdo en que para poder retirarse algún día hay que recorrer un largo camino, y no todo el mundo está en plena forma hasta los noventa años. Así, amigo lector, empresario fundador de su empresa: Piense en el tema por favor. Llegar tarde al proceso de sucesión es la crónica de dificultades anunciadas.

Plan de sucesión. Si asumimos que en algún momento el empresario fundador deberá retirarse, la implicación inmediata es tener un plan de sucesión. Sin sucesor no hay retiro posible. Sé que es un tema incómodo, sobre todo si nunca hemos pensado seriamente en quién/es iban a ser los futuros propietarios, y si los miembros de la familia del fundador tendrían algún rol mas allá del de ser accionistas responsables. Si está Vd. pensando en que sus herederos asuman la gestión de su empresa, ¿ha hecho un análisis sereno e imparcial acerca de si tienen las capacidades adecuadas para ello? El apellido, a priori, no garantiza nada. Si su intención es la de que sus hijos dirijan la empresa, ¿les ha preguntado si tienen vocación para ello? Es muy poco motivante tener que asumir un rol sin que a uno le apetezca. El trabajo ha de entusiasmar todos los días y durante toda la vida. Lo contrario, no convence a nadie.

La familia. ¿Hay armonía familiar o bien la retirada del fundador puede ser el detonante de conflictos larvados y durmientes? Este es un tema en el que algunos empresarios prefieren pensar poco, pero eso no impide que esté ahí. A menos que uno tenga previsto vender la empresa y dejar a sus herederos un patrimonio líquido fácil de dividir. Nuestra experiencia nos enseña lo contrario. Estos casos son excepcionales.

Me gustaría terminar con una reflexión para los empresarios fundadores que han sabido crear una ventaja competitiva basada en intangibles, que es lo que hace precisamente fuerte a la empresa frente a sus competidores. Aquí creo que es oportuno pensar en estos dos puntos:

  1. Soy imprescindible.
  2. La ventaja competitiva de mi empresa está basada en unos conocimientos o unas capacidades en los que nadie podría sustituirme.

Si Vd. amigo empresario fundador asume las dos anteriores afirmaciones, déjeme decirle con toda humildad, que tiene Vd. un serio problema.