Interrumpo la serie dedicada al retiro del fundador pues la semana pasada fue intensa en noticias acerca de dos sucesiones (Emilio Botín e Isidoro Álvarez) por fallecimiento del predecesor. Paradojas de la vida, el post previsto para esta semana se llamaba «Retirase a tiempo». Lo podrán leer dentro de dos semanas.
Ante los dos fallecimientos acontecidos, desde el IESE me pidieron que atendiese a un buen número de profesionales de los medios de comunicación, tanto nacionales como extranjeros, que se interesaban por diversos aspectos relacionados con ambos sucesos.
Unos se interesaban más por unos aspectos y otros por otros, pero hubo dos cuestiones en las que coincidían todas las personas con las que he hablado:
1. Cómo puede nombrarse un sucesor de manera tan rápida.
La respuesta es obvia. Ambas empresas estaban suficientemente institucionalizadas en términos de su gobierno, que la sucesión estaba perfectamente prevista . Solo así se explica la celeridad en la toma de decisiones que seguramente fueron unánimes.
Lo hemos dicho muchas veces, pero lo vamos a repetir una vez más: ANTICIPARSE. EVITAR LAS SORPRESAS .
2. La edad de ambas personas.
La pregunta era si la edad en la que coincidían las dos personas fallecidas era una muestra de la tendencia de la edad de los presidentes y qué me parecía a mí la idea de que los presidentes fuesen tan mayores.
Pienso que la edad, en lo profesional, no tiene tanto que ver con la fecha de nacimiento que se indica en nuestro documento nacional de identidad, sino con el estado físico, mental e incluso anímico en que se encuentra la persona para seguir aportando. No creo que nadie pueda discutir que esas dos personas seguían aportando aun habiendo entrado en su octava década. Así pues no es tanto una cuestión de fijar fechas, sino de tener procedimientos dentro de los sistemas de gobierno corporativo para evaluar aportaciones, cosa que reconozco en el caso de un fundador es harto difícil por aquello de quien evalúa al evaluador.
Termino con una pregunta para la auto reflexión: ¿Qué ocurriría en nuestra empresa familiar si hubiese que proceder a una precipitada sucesión?
Gracias profesor por sus reflexiones. Es bien cierto que podemos afrontar con ciencia y conocimiento los puntos débiles que caracterizan la realidad de la empresa familiar. Dejar al devenir temas como la gestión o el gobierno de la empresa familiar ó el proceso sucesorio en las mismas puede tener efectos colaterales del todo indeseables. El caso de las dos empresas en las que Emilio Botin e Isidoro Alvarez eran lideres indiscutibles es un ejemplo claro de la posibilidad de una fluidez virtuosa de determinados ámbitos que, en otras empresas, puede suponer una profunda crisis con importantes efectos secundarios sobre las personas y seguramente sobre la sociedad.
Los responsables de empresas familiares no podemos dejar de atender todos los aspectos que configuran la singularidad de la empresa familiar. Creo que es parte de nuestras responsabilidades para con los accionistas, la familia y la sociedad.
Estimada Immaculada,
Efectivamente, los efectos colaterales de una sucesión no planificada, o mal planificada, pueden causar daños irreparables a la empresa familiar. La clave es la responsabilidad que bien mencionaste. Esta responsabilidad ha de venir como proceso natural que deriva de un dialogo constante y una planificación ordenada entre todos los principales responsables de la misma.
Saludos
Josep