Retirarse: ¿un momento dulce o un mal trago?

Seguimos ahondando en el proceso de sucesión y, en concreto, analizando la figura del predecesor. Conocer su personalidad y su carácter ayudará a planificar mejor el relevo generacional en la empresa familiar.

En el post anterior empecé a presentar la tipología propuesta por Bartolomé Freire en el libro La jubilación, una nueva oportunidad, que distingue cinco clasificaciones según cómo se enfrentan a la jubilación: atareados, disfrutadores, sosegados, exploradores y desenfocados.

Los atareados necesitan tener una ocupación en la que invertir su tiempo, porque eso da sentido a su vida y no disfrutan demasiado estando ociosos. Por el contrario, los disfrutadores ven en esta nueva etapa vital una oportunidad de combinar actividad y ocio a su antojo, sin normas ni horarios establecidos.

Veamos ahora qué caracteriza a los otros tres perfiles. Los sosegados quieren una vida tranquila, centrada en lo que ya conocen. Mantienen intereses y aficiones previos a la jubilación, que ahora pueden practicar con más calma o incluso con más intensidad. Se sienten satisfechos con su situación y no necesitan alcanzar nuevas metas. Un empresario familiar sosegado que acaba de ceder el mando del negocio podría pronunciar estas palabras: “Me siento realizado, no busco nada nuevo, solo quiero ver que el legado está en buenas manos”.

Para los exploradores, el retiro es una oportunidad de renovación y crecimiento personal, por eso se marcan nuevos objetivos que les permitan ampliar sus horizontes. Disfrutan aprendiendo cosas nuevas y muchos recuperan intereses que tenían desatendidos mientras trabajaban. La frase que mejor les definiría es: “Quiero enriquecer mi vida viviendo lo que no he vivido”. A lo largo de mi trayectoria profesional, he conocido a muchos predecesores que aprovechaban su retiro para inscribirse a los cursos más diversos. De tipo técnico, económico o de disciplinas artísticas. Conozco personalmente casos de septuagenarios y octogenarios que están estudiando física cuántica, historia o bellas artes.

Por último, los desenfocados carecen de un objetivo claro en esta nueva etapa de su vida. No tienen un proyecto propio en el que invertir sus energías y ocupan su tiempo con actividades rutinarias y a menudo pasivas, como ver la tele o navegar por internet. El doctor Freire distingue en este grupo entre quienes tienen un desenfoque transitorio, porque se han jubilado hace poco y aún están situándose, y aquellas personas que carecen de una meta o aliciente que les sirva de eje en esta etapa vital.

En la empresa familiar, me atrevería a decir que es habitual encontrarse con predecesores atareados, en especial entre los fundadores del negocio, que durante años han dedicado prácticamente todo su tiempo y energías al proyecto empresarial. Por supuesto, también hay lugar para disfrutadores, sosegados y exploradores, dependerá de la personalidad y gustos de cada individuo. En cuanto al último tipo, los desenfocados, creo que en la empresa familiar es más probable encontrar a predecesores con un desenfoque transitorio, sobre todo cuando acaban de abandonar su cargo y todo es aún muy reciente. Necesitan tiempo para encontrar un nuevo reto que dé sentido a sus vidas y les ayude a llenar el vacío que deja no estar en la primera línea de la empresa familiar.

¿En qué perfil creéis que encajáis mejor? En vuestra empresa familiar, ¿qué tipo de predecesor os encontraréis cuando llegue el momento de planificar la sucesión? ¿Habéis empezado a preparar este proceso?