Septiembre, una vez más, nos demuestra que el mundo no se acaba el día 31 de Julio. La presión que todos sentimos ante el cierre de la primera parte del año, se ha rebajado durante las vacaciones y volvemos a comenzar cogiendo el ritmo que seguramente irá acelerando de aquí a julio con la consabida punta de las Navidades.
Esta vez parece que, a diferencia de los años anteriores, la crisis no será el tema principal de nuestra economía. No quiere decir que la hayamos superado, ni mucho menos, pero al menos da la impresión de que hemos dejado atrás lo peor de ella y que la cosa va mejorando, poco a poco.
En las empresas familiares, como en todas las empresas, se impone de nuevo una necesidad: ver dónde y cómo estamos y hacia dónde nos dirigimos. Una práctica altamente necesaria pero desafortunadamente realizada con menor frecuencia que la deseable.
Es un buen momento para evaluar la estrategia que tenemos como familia empresaria. Es el momento de poner en orden nuestras ideas y nuestras relaciones, para que podamos remar todos en la misma dirección.
Es un buen momento para hacer un chequeo de salud a nuestra empresa familiar. Debemos pensar en los aspectos básicos:
Cuál es la estructura de propiedad de nuestra empresa y como la misma puede condicionar su futuro desarrollo. En una palabra prestar atención a nuestra configuración institucional, tema este al que dedicamos el artículo La configuración institucional en FB Academy de In Family Business.
Cómo somos y qué aportamos como familia. ¿Somos una ventaja o un inconveniente para la empresa?
Si somos una ventaja hay que identificar claramente esas fortalezas y ver a través de que estructuras y procesos podemos aprovecharlas. Si por el contrario suponemos un riesgo, habrá que buscar la forma de neutralizarlo, como se hace con todos los demás riesgos.
Y por supuesto no podemos dejar de lado un análisis de la situación competitiva de la empresa y su sostenibilidad pero esto no es distinto a lo que hay que hacer en todas las empresas, familiares y no familiares.
Las oportunidades irán apareciendo, pero sin la unidad de todos, de los que depende el futuro de la empresa familiar, será muy difícil aprovecharlas.
El pasado, pasado está. Hay que usar lo bueno y dejar atrás lo que no sirve para alcanzar las metas que nos proponemos. Hay que soltar todos los lastres que nos impiden avanzar y si hace falta podar el árbol, pues habrá que hacerlo.
El nuevo curso pide abrir una nueva página. Una página en blanco para una nueva historia de valentía.
Absoluta certeza en la propuesta del Dr. Tapies. Me permito recomendar a todos la lectura de La Configuración Institucional.
Al respecto del titulo planteado en este articulo comparto que no hay «mejores o peores momentos» en las familias empresarias para comenzar a pensar en el futuro y en la estrategia vital como la llamo para facilitar la trascendencia y evitar la mera continuidad generacional que muy pocas veces consigue consolidarse. Por el contrario cuando la visión es la trascendencia de los diferentes factores, las posibilidades de fracaso son mínimas.
Gracias. Roberto Bazan