Un circuito electrónico dentro del tallo de una rosa que permitiría que la flor produjera energía solar. Etiquetas de papel con sensores para saber si una vacuna está en buenas condiciones o los cambios de temperatura durante su transporte han afectado a sus propiedades. Son dos ejemplos de proyectos financiados por la Fundación Knut y Alice Wallenberg (KAW), el principal vehículo filantrópico de la familia Wallenberg desde hace un siglo.
Knut y Alice crearon esta Fundación en 1917, cuando él era ministro de asuntos exteriores de Suecia. Habían acumulado una fortuna en participaciones en varias empresas suecas y como no tenían descendencia, decidieron destinar parte de su riqueza a la promoción de la ciencia. Desde entonces, la Fundación KAW ha dedicado 24.000 millones de coronas suecas (unos 2.540 millones de euros) a promover la investigación científica en Europa, y específicamente en Suecia, según explica este artículo de Expansión.
¿Qué motiva a las familias empresarias a poner en marcha iniciativas filantrópicas como esta? Ya dije hace un par de semanas que la principal motivación es un deseo totalmente altruista que nace de la necesidad de devolver a la sociedad parte de lo que se ha recibido de ella. Un ejercicio de gratitud en toda regla.
Toda labor filantrópica se caracteriza por no perseguir el lucro económico, pero eso no significa que indirectamente no beneficie a quien la lleva a cabo, aunque no se trate de ganancias económicas. Son muchos los beneficios que la filantropía tiene para la familia empresaria que la impulsa. Lucía Ceja los explica muy bien en este vídeo. A continuación expondré brevemente los principales.
Además de dar salida a esa necesidad de compromiso personal con proyectos de ayuda a terceros, la filantropía aumenta la cohesión familiar. El proyecto sin ánimo de lucro actúa como aglutinador, delos miembros de la familia. El hecho de compartir un proyecto que trasciende la pura actividad económica y que aporta bienestar a la sociedad facilita la integración de la familia más allá de la propia empresa, sobre todo a partir de la segunda generación. Y no sólo facilita la cohesión, sino que también es un engranaje idóneo para transmitir los valores familiares de generación en generación.
Por otra parte, la filantropía ayuda a mantener viva la imagen del fundador o fundadora de la empresa familiar y a transmitir sus pasiones, sus valores y, en definitiva, su figura, a lo largo del tiempo. Gracias a la Fundación KAW, los miembros de la familia Wallenberg pueden conocer el legado de Knut y Alice un siglo después.
Además, compartir un proyecto filantrópico genera orgullo de pertenencia en toda la familia y sobre todo en las siguientes generaciones. En muchas ocasiones, la labor filantrópica es una oportunidad para los miembros de la familia que no han desarrollado una vocación empresarial. De este modo, pese a no participar en el día a día de la empresa familiar, pueden seguir sintiéndose miembros plenamente activos de una familia empresaria.
Viendo todas estas ventajas, no hay excusas para no plantearse seriamente la posibilidad de desarrollar un proyecto filantrópico. En vuestra familia, ¿lleváis a cabo algún tipo de labor filantrópica?
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.