José Moro, presidente de Bodegas Emilio Moro, habla en esta entrevista publicada en La Razón de la importancia de la formación en la empresa familiar. La cuestión de la formación es uno de los aspectos que se analizan en el chequeo de la salud de la empresa familiar.
Toda familia empresaria debería contar con un plan de formación y asegurarse de que se aplica, pues de nada servirá un documento perfectamente definido si queda relegado al papel. Este plan debería contemplar no solo aspectos técnicos sino también relacionales.
Para asegurar una relación sana entre familia y empresa, y velar por el buen funcionamiento del negocio, la familia propietaria ha de tener conocimientos básicos sobre el mundo de la empresa y la gestión, entender las estructuras de gobierno y las distintas formas de organización empresarial. Además, para ser capaces de interpretar la información económica, los miembros de la familia deberían tener un mínimo conocimiento de los conceptos económico-financieros esenciales en cualquier empresa.
No solo hay que ofrecer formación en aspectos de gestión de la empresa, también se deben facilitar a los miembros de la familia medios para el desarrollo personal. Aspectos relacionales como la comunicación, la asertividad y el trabajo en equipo son fundamentales, y se deberían fomentar a través de la formación. También conviene tener conocimientos sobre escucha activa y gestión de emociones, indispensables para establecer relaciones positivas, tan necesarias para crear un clima de armonía en la empresa familiar, como explica Lucía Ceja en esta entrevista.
Más allá de la temática, también hay que analizar qué tipo de acciones formativas se organizan y con qué frecuencia, para adaptar el formato y la periodicidad a las necesidades de cada momento y de cada generación. Sin un calendario anual establecido es muy probable que nos quedemos en las buenas intenciones.
En la entrevista antes citada, Emilio Moro explica que «la clave del éxito en una empresa familiar que cuenta ya con tres generaciones es que debe tener un protocolo familiar, crecer en la cultura familiar y que, a medida que crecen las siguientes generaciones, no crezcan los egos”.
Ya hemos hablado en posts anteriores de la importancia de establecer criterios para ordenar las relaciones entre familia y empresa, pero de poco servirán estas pautas si los miembros de la familia no están convenientemente formados e informados. Sobre la necesidad de informar adecuadamente a la familia hablaré en el próximo post.