Navegando entre las olas de esta pandemia deseo compartir algunas reflexiones con las familias empresarias. Aplicando la analogía médica, todas las familias tienen riesgos de posibles “enfermedades” y “lesiones” y, si además, la familia es propietaria de una empresa, el perímetro de los mismos se amplía considerablemente.
Ninguna familia empresaria puede sentirse “inmune”. No conviene infravalorar los riesgos, ya que en ocasiones se pueden convertir en serios problemas, y al “progresar”, enquistarse y derivar en conflictos que ponen en peligro la continuidad del legado empresarial.
¿Quién tiene que ocuparse y gestionarlos? El foro adecuado es el Consejo de familia, que actúa como mecanismo y motor clave para desarrollar la “prevención” necesaria para proteger a la familia de la empresa, y a ésta, de la propia familia propietaria. Y aquí no hay que caer en la trampa de a quién dar prioridad ante un problema: ¿a la familia? o ¿a la empresa? No se necesita un procedimiento de “triaje clínico” para decidir quién va primero. Es posible encontrar y aplicar soluciones para ambos: potenciar la unidad familiar y, además, asegurar la continuidad de la empresa.
“El Consejo de familia actúa como motor clave para desarrollar la ‘prevención’ necesaria para proteger a la familia de la empresa y a la empresa de la familia”.
Son dos universos complementarios, pero con reglas distintas. Organizar y gobernar una familia como una empresa es un error, y lo contrario también. Pero entonces, en algún foro se han de conciliar las relaciones entre la empresa y la familia, y este foro es el Consejo de familia.
El Consejo de familia es el motor para desarrollar el gran proyecto de “prevención”, para ello deben conocerse las “circunstancias y necesidades” de cada familiar, y ayudar para que no puedan derivar en situaciones que perjudiquen el bienestar de cada uno, de la familia y de la empresa. Es necesario planificar y gestionar las actividades “preventivas”, encaminadas a proteger la armonía en la familia y la meritocracia en la empresa.
El Consejo de familia, al igual que la “prevención médica”, ha de actuar proactivamente y no solo reactivamente. Es fundamental impulsar actividades encaminadas a la comunicación para potenciar el respeto y la confianza entre todos. Se necesitan personas contentas y con bienestar suficiente en todos los aspectos, para tener una familia ilusionada y comprometida con una empresa familiar competitiva y de futuro.
Pero la vida, como todos sabemos, no siempre es fácil, y a veces surgen dificultades de todo tipo. Es fundamental disponer de un foro como el Consejo de familia para expresarlas, compartirlas y gestionarlas.
Algunas buenas noticias:
- La primera es que en las empresas familiares no aparecen “patologías” nuevas, ni raras. Aunque a raíz de la actual pandemia tenga que añadir: ¡…hasta el momento!
- La segunda es que estas “patologías clásicas”, con un buen análisis y “diagnóstico precoz “son identificables y predecibles” en el tiempo.
- Y la tercera es que, para todas ellas, aunque sean complejas, disponemos de tratamientos para “curarlas” y solucionarlas.
El poder, el dinero y el trabajo
¿Cuáles son estas “patologías”? Mi experiencia de años de “quirófano” con empresas familiares no me deja lugar a dudas. Los conflictos tienen las mismas raíces, o “cepas”, palabra muy de moda, y éstas son: el poder, el dinero y el trabajo en la empresa. Estos factores, si no se viven con valores sólidos y límites adecuados, pueden producir “brotes epidémicos” de malestar en la familia y en la empresa. Hasta llegar, en ocasiones, a situaciones de “emergencia sanitaria”, y a acabar en el “quirófano”, o lo que es el peor final, en los juzgados.
En las familias también se da el caso de “pacientes asintomáticos“ durante años. Por tanto, es importante que el Consejo de familia empiece por “limpiar el pasado” de rencores y reivindicaciones ocultas, para que éstos no se trasladen por “contagio” a las siguientes generaciones.
El Consejo de familia, como mecanismo excelente de “prevención”, dispone además de “vacunas“ infalibles:
- Primera: Centrándose en las personas, cuidar del bienestar amplio de cada miembro de la familia.
- Segunda: Fortalecer con normas y formas las buenas relaciones interpersonales entre todos los miembros de la familia, para lograr no sólo estar juntos sino unidos.
- Tercera: Construir con confianza, comunicación y transparencia un fuerte compromiso con la continuidad de la empresa.
“Receta” final: pongamos a trabajar cuanto antes al Consejo de familia para “cuidar” a todas las personas, “prevenir” para proteger la “salud” de la familia de estas “patologías”, y así merecer lo recibido transmitiendo una empresa “sana” en las mejores condiciones.