Como señala la literatura sobre la colaboración, cuánto menos estructurada y definida esté una misión de colaboración, mayor será la importancia de los conceptos sociales superiores – como los valores compartidos, el propósito compartido y las perspectivas compartidas– para fundamentar estas asociaciones.
Estas dimensiones superiores se basan en creencias psicológicas y construcciones individuales relativamente estables, por eso es aún más importante identificarlas y comprenderlas en las primeras etapas de las asociaciones: la etapa de precondición de las colaboraciones (Gray, 1989).
Como ya indiqué en un post anterior, mis colegas y yo tratamos de captar estas dimensiones entrevistando a los principales dirigentes de 30 empresas familiares. Nuestra investigación prestó especial atención a los antecedentes familiares de los entrevistados, ya que nuestro principal objetivo era descubrir el enfoque específico de las familias empresarias con respecto a la filantropía.
Tras analizar los valores humanos básicos de nuestros entrevistados (Schwartz et al., 2012) y su intersección con las prioridades filantrópicas, identificamos tres grupos de valores distintos.
(1) Reparar el mundo. Este grupo hace hincapié en los temas filantrópicos clásicos de la paz y la justicia y la reducción de la desigualdad, seguidos de la erradicación de la pobreza y el hambre cero. Estos filántropos priorizan la tradición y su fe religiosa, así como los logros y la autodeterminación.
El perfil sociodemográfico de este clúster refleja una generación sénior (promedio de edad = 60 años) y hombres cabeza de familia que pertenecen a familias consolidadas y de sexta generación y más. Se identifican positivamente con su religión, que se manifiesta en iniciativas filantrópicas en consonancia con sus valores cristianos.
(2) Solidaridad empresarial y universalismos. Los empresarios filántropos, fundadores y miembros que se identifican fuertemente con su empresa familiar forman este grupo. Su principal objetivo es la dignidad humana, la compasión y la solidaridad con los empleados y el contexto social más amplio, donde adoptan un papel empresarial activo.Están agradecidos por sus oportunidades y comprometidos con temas relacionados con los valores del trabajo y la buena salud. Para ellos, la filantropía es una parte integral en su negocio.
(3) Perspectivas centradas en las capacidades. El grupo más joven de nuestra encuesta (promedio de edad = 47 años), sus intereses filantrópicos se centran en la educación de calidad, la innovación, la sostenibilidad y el ecologismo.
Los valores de humildad y autodirección en el pensamiento y la acción informan las prioridades de los filántropos de este clúster, en el que predominan fuertemente las mujeres, que adoptan una perspectiva maternal de crear las condiciones necesarias para promover y maximizar el potencial humano.
La identificación de estos grupos de valores es sólo un punto de partida para que las familias empresarias tracen su ruta ideal para las empresas filantrópicas conjuntas.
Mientras navegan por las innumerables posibilidades de “360 grados de hacer el bien”, espero que recuerden el sabio consejo del filósofo romano Séneca: “No hay viento favorable para el navegante que no sabe a dónde ir”.
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