Inés Juste es la presidente del Grupo Juste, una compañía químico-farmacéutica fundada por su bisabuelo hace más de 100 años.
En su cuarta generación, la empresa es un referente global gracias a su espíritu emprendedor, capacidad innovadora y vocación de continuidad de cada generación de la familia propietaria.
La historia de Grupo Juste se empezó a escribir en 1922 de la mano de Rafael Juste Castán. Doctor en Medicina y Farmacia y especialista en oftalmología, mi bisabuelo fundó una de las primeras empresas españolas dedicadas a la investigación, el desarrollo y la fabricación de especialidades farmacéuticas y principios activos.
La vocación de mi bisabuelo siempre fue trabajar por mejorar la salud y la calidad de vida de las personas. Un siglo después, la compañía se ha convertido en un grupo químico-farmacéutico de referencia a nivel internacional gracias a su visión innovadora y a la implicación de cada una de las generaciones posteriores de la familia.
Una empresa en su cuarta generación
La incorporación de las nuevas generaciones ofrece a la empresa familiar la oportunidad de hacer un replanteamiento estratégico del negocio. ¿Qué ha aportado cada nueva generación al negocio?
Mi bisabuelo es el emprendedor, quien crea la empresa con su impulso y determinación. La segunda generación, formada por mi abuelo Luis Juste y mi tía Matilde Juste, desarrolla toda la parte comercial en España a través de una red de visitadores médicos y, también, incorpora diversas innovaciones terapéuticas al portafolio.
Con la tercera generación, de la mano de mi padre, se inicia y desarrolla la internacionalización de la compañía y se sientan las bases de una filosofía de partenariado para crecer tanto dentro como fuera de España. Se buscaron partners que aportaran a Juste los recursos –tanto financieros como humanos– de los que carecía, a través de una sinergia complementaria mutua.
Cada relevo generacional lleva implícitos cambios en la manera de ver y enfocar la empresa familiar.
Y nuestra generación, la cuarta, encabezada por mis hermanos y por mí, es la que ha llevado a cabo un cambio bastante sustancial del modelo de negocio, que nos ha permitido pasar de ser una compañía eminentemente farmacéutica a una compañía de química fina con ventas en más de 45 países.
Cada relevo generacional lleva implícitos cambios en la manera de ver y enfocar la empresa familiar, no solo porque cambian las circunstancias y el contexto, sino porque los equipos se adaptan a una nueva visión del negocio.
Institucionalizando la compañía
La institucionalización de Grupo Juste se inició con la tercera generación. Hace ya más de diez años, constituimos un Consejo de Administración acorde a los principios de buen gobierno y modificamos el que teníamos hasta entonces, dándole mayor robustez y dotándolo de verdadero contenido y rigor.
Con la llegada de la cuarta generación, unos años después, hemos dado un verdadero impulso al buen gobierno corporativo. En los últimos años, hemos avanzado en un proceso de mayor profesionalización.
Así, se ha incorporado un director general externo y la familia ha decidido alejarse de la gestión para participar solo en el gobierno.
Los propietarios hemos hecho un ejercicio de reflexión honesto y humilde, para posicionarnos donde consideramos que aportamos mayor valor.
Hemos hecho un ejercicio de reflexión honesto y humilde para posicionarnos donde consideramos que aportamos mayor valor. Todo ello, además, en sintonía con el equipo directivo.
El proceso de incorporación a la empresa familiar
Para mí, lo más importante es formar a los miembros de la siguiente generación para que el día de mañana sean accionistas responsables y potenciales consejeros, inculcando en ellos el concepto de la propiedad comprometida y formarles en este sentido, tanto académicamente como en habilidades personales y de valores.
De cara a preparar a las nuevas generaciones para el momento de unirse a la empresa familiar, previamente ha de diseñarse un plan que recoja cómo se va a llevar a cabo ese proceso y que establezca posibles casuísticas, porque no es lo mismo incorporarse a la gestión que solamente al gobierno.
Lo más importante es formar a las nuevas generaciones para que el día de mañana sean accionistas responsables y potenciales consejeros.
Este plan han de elaborarlo conjuntamente la generación entrante y la saliente, y han de establecerse hitos y compromisos por ambas partes. Es necesario la humildad por parte de quien entra, sabiendo apreciar el talento senior y su consejo, así como la generosidad por parte de quien sale, dejando espacio, con confianza, y haciendo una delegación paulatina de tareas.
Cuando en 2011 asumí la presidencia de la empresa familiar, fue crucial contar con el apoyo de asesores externos, un punto de vista objetivo y externo aporta neutralidad, que en este proceso es de suma importancia, pues se mezclan emociones y sentimientos, lo profesional con lo humano y familiar.
El asesor externo ayuda a profesionalizar el proceso de sucesión, con una mayor comunicación y transparencia, y facilita la implicación de todos los miembros del grupo familiar.
De esta forma se evita poner el foco solo en el predecesor que, aunque tiene un papel clave, no es el único implicado: el resto de los familiares también son importantes y hay que lograr su consenso. De hecho, el asesor ha de velar por la unidad familiar, pues sin unidad difícilmente se logrará que el relevo generacional sea un éxito.