La lucha contra la corrupción y los Juegos Olímpicos

No, no me refiero al uso de productos farmacéuticos para ganar medallas y batir records, ni a posibles casos de soborno de jueces para que den como ganador al que llegó a la meta en tercer lugar, ni siquiera a organizadores extorsionando a los patrocinadores para concederles sus contratos. Es algo más indirecto: la noticia de que es posible que las dificultades que encuentra la organización de los Juegos Olímpicos de Londres para vender las entradas de precios más elevados se puede deber a las condiciones más estrictas que están estableciendo las empresas, tanto a la hora de aceptar como a la de hacer regalos. Y, ya se sabe, un magnífico regalo es «véngase con nuestra compañía a Londres; tendremos una reunión de negocios el martes, y luego se queda usted con su esposa hasta el domingo en un hotel de lujo, con entradas para las pruebas de los Juegos que más le interesen» (la noticia aquí, en inglés).

No estoy muy seguro de que esa sea la causa de las menores ventas de entradas. Pero viene bien para recordar que ese tipo de regales o atenciones, es una forma, a veces no tan indirecta, de corrupción, de cobrar para hacer favores ilegales e inmorales, o de pagar para conseguirlos, a veces en beneficio de la empresa, otras veces a su costa, pero siempre en beneficio del directivo o del empleado agasajado, y siempre contra la buena ética y las prácticas correctas de una sana competencia. Según la noticia, que procede de un par de encuestas en Estados Unidos, el 22% de las empresas encuestadas prohibe recibir regales, y el 28% prohibe hacerlos. Y, las que los permiten, suelen incluir, en muchos casos, limitaciones a la cuantía o a la ocasión del regalo.

Este es un tema difícil, porque hay regalos que tienen que ver más con la cortesía que con la corrupción. Pero, tratándose de un tema de cultura, es bueno que la cultura se modifique, es decir, que en el mundo de los negocios vaya cuajando la idea de que, si entre amigos es de buen gusto invitar al otro a comer en un buen restaurante, en el mundo de los negocios eso no está bien visto.