A raíz del debate que suscitaron los comentarios de los lectores en el post anterior, quisiera hacer una breve aportación al tema.
Las comparaciones entre padres e hijos son inevitables ya que tienen su inicio desde la más temprana edad. El entorno social y familiar se encargan de ello. ¿Quien no ha caído en la tentación de hacer algún comentario tipo “tiene los ojos de su padre” o “la sonrisa es de la madre” cuando el hijo todavía es un bebé?
En las empresas familiares, muchas veces es cierto lo que menciona Belén B.C. en su comentario:“Muchas veces la personalidad de los hijos se vea alienada por satisfacer unos objetivos del padre empresario que en muchos de los casos no son nada realistas. Muchos padres empresarios no buscan un sucesor, lo que quieren es un clon que sigan haciendo las cosas como ellos mismo lo hacían.”
No es lo deseable pero la comparación existirá -parece esta una actividad incrustada en la naturaleza humana- quizás somos así. Es difícil imaginar que en el caso de las familias empresarias, este proceso no se vaya a producir en el ámbito profesional.
Todos los sucesores de emporios empresariales nacen a la sombra de una persona fuerte. Si no fuera así, difícilmente habría algo que suceder. Porque, para traspasar algo primero hay que crearlo. Pero donde sí que puede haber diferencia es en la extensión de la sombra. En algunos casos la sombra del padre puede ser muy alargada, y provocar diferentes reacciones entre quienes han de sucederle en la propiedad y gestión de la empresa.
Es en la reacción ante la sombra donde se ven los mecanismos de autosuperación que tienen los sucesores. Una primera reacción puede ser la de renunciar a luchar en el mismo terreno de juego. Es decir, a sabiendas de que el listón del éxito está situado en un umbral de difícil alcance, uno busca refugio inconsciente en la renuncia a mantenerse en esa misma actividad. Cambiando de actividad se evita la comparación y se evita la posibilidad del fracaso por comparación.
Pero también puede darse otro tipo de reacción. Se da cuando los éxitos del padre actúan como una presión añadida sobre quien, desde su condición de hijo, se cree obligado a superarlo en todos los frentes. Naturalmente, hay una parte positiva en esta reacción, puesto que actúa como un potente factor de motivación. Ahora bien, se dan casos en los que esta presión puede conducir a un exceso de temeridad, algo totalmente distinto de la valentía.
En la familia, igual que en el jardín, la sombra protege y ayuda a crecer a aquellas plantas que son capaces de estirarse para buscar el sol. Otras plantas se conforman con vivir en la sombra, nada que objetar. Suelen ser menos vistosas.
Buenos días! algo que estamos trabajando en nuestras empresas familiares que están protocolizando es justamente esto… nos ha resultado muy positivo abordar desde el concepto de la ontología del lenguaje, los espacios de conversación entre padres e hijos. Es muy normal (por lo menos en Argentina) que no haya existido este espacio por el tiempo dedicado de los padres a la empresa y la percepción que tienen los hijos al respectol. Esto desde una mirada sistémica impacta mucho porque en definitiva la familia que es el ámbito para la autoestima y fortalecimiento de las relaciones y las personas se ve postergada….por lo tanto, creemos positivo como consultores de empresas familiares promover el trabajo sobre estos espacios de diálogo, qué nos callamos? qué nos decimos? que podemos decirnos? como podemos fortalecernos desde apreciaciones positivas?….creemos que esta es una de las raíces a trabajar para poder acercar a las generaciones. Como siempre, muchas gracias por el espacio! un cordial saludo,
En muchas ocasiones el padre debe»podar sus ramas» para que su sombra no sea tan alargada y permitir así que la luz del sol favorezca el crecimiento del hijo sucesor.