“Entiendo que cambies la estructura de capital si lo justifica alguna transformación. Nosotros tenemos un negocio que nos funciona y una estructura financiera muy sólida. No hay ninguna razón a corto plazo para cambiar”. Es la respuesta que daba el presidente ejecutivo de una empresa familiar que este año cumple sus primeros 100 años, al ser preguntado si necesitarán socios o salir a bolsa para dar “el gran salto”.
Es cierto que en el mundo de la empresa uno siempre ha de aspirar a más, pero también ha de evaluar bien el precio que hay que pagar para conseguirlo . Por esto, dar el gran salto en el caso de las empresas familiares es una cuestión que depende de una dimensión fundamental para entender este tipo de empresas: el tiempo. Las empresas familiares comprometidas con transmitir el legado a la siguiente generación saben distinguir entre el precio y el valor. Esto les permite tener paciencia y poder transmitirla a sus accionistas que responden con una visión clara y compartida y no presionan constantemente a los que están gestionando la empresa para sacar el máximo rendimiento en el menor tiempo posible. Permiten que el talento pueda expresarse mediante resultados a medio y largo plazo.
Es la tranquilidad que a uno le da el trabajo bien hecho y que permite a la empresa disponer de un bien tan escaso en los tiempos que corren como es el llamado “capital paciente”. Cuando por sus buenos resultados la empresa genera suficientes fondos para financiar el crecimiento no hay necesidad de salir a bolsa ni buscar otros socios. Eso sí, manteniendo sentido de accountability (rendición de cuentas) a la familia y a unos accionistas que podríamos llamar pacientes.
Por esto las empresas familiares que hicieron bien su trabajo, están dentro del radar de muchos fondos e inversionistas que inspirados en la filosofía de Warren Buffet buscan invertir en proyectos a largo plazo. Tienen opciones y pueden tomar las decisiones sin que su situación financiera afecte al día a día. Saben distinguir lo importante del urgente. Piensan en términos de una generación y no de un ejercicio para medir el tiempo.
¿Pero cómo se consigue esto?
Por supuesto no es fácil y lo demuestran las altas tasas de mortalidad de las empresas familiares. No hay fórmulas únicas, ni trajes a medida, pero el presidente ejecutivo entrevistado dejó una pista importante que recomendaría a todos los empresarios familiares tener siempre presente.
Decía: “Cada generación tiene que encontrar la fórmula que encaje con la realidad de la empresa y de la familia .”