Una buena comunicación es esencial prácticamente en todos los ámbitos de la vida: con la pareja, con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo… Y en la empresa familiar es aún más importante, si cabe. A nivel externo, porque comunicar significa existir y diferenciarse de la competencia. A nivel interno, porque una buena comunicación es vital para que haya unidad y evitar conflictos que puedan poner en peligro el proyecto empresarial.
Gestionar la comunicación de una familia es bastante complejo, ya que cada uno de sus miembros suele tener percepciones y prioridades distintas. Por ejemplo, el deseo de los padres de que exista una comunicación directa y sincera puede ser percibido por los hijos como un intento de intrusión. Por otra parte, para los padres la buena comunicación puede consistir en que sus hijos sigan sus consejos, mientras que para los hijos puede significar precisamente lo contrario: que sus progenitores les escuchen, intenten comprenderles y dejen de decirles lo que tienen que hacer.
Si a estas dificultades comunicativas que se dan habitualmente en una familia le sumamos que la familia en cuestión sea propietaria de una empresa, entonces todo se complica aún más, debido a la intersección de los sistemas familiar y empresarial.
Los miembros de la familia empresaria deberían ser conscientes de que muchas veces lo que les separa es también lo que une: el proyecto empresarial común y compartido. Tener esto presente les ayudará a encarar los procesos comunicativos de forma positiva y constructiva.
La claridad, la sinceridad y la correcta gestión de las emociones son esenciales para alcanzar una buena comunicación, y solo pueden darse en un clima de confianza mutua. La familia debería ser el contexto ideal en el que se dé este clima de confianza y donde cada familiar pueda mostrarse tal como es y expresarse libremente, siempre con respeto y sin herir a los demás.
Es importante tener esto presente porque, a veces, los años de familiaridad con un hermano, hijo o sobrino pueden llevar a tratarles con menos respeto que a otros profesionales de la empresa que no sean de la familia. Debería evitarse por todos los medios que se hiciera realidad el refrán «donde hay confianza…».
Para evitar tensiones y fomentar la comunicación fluida, las familias deberían encontrar espacios neutrales en los que poder relacionarse. Por ejemplo, los miembros de la familia que trabajaban en Grossman Marketing Group encontraron una manera sencilla de fomentar la comunicación: cada mañana a las diez, se reunían en torno a una taza de café y un bollo simplemente para charlar. Como muestra este caso que se recoge en el libro Sí, quiero, lo importante es querer: si todos los familiares están convencidos de la importancia de lograr una comunicación fluida les resultará más fácil encontrar los medios para alcanzarla.
Estos son solo algunos consejos que pueden ayudaros a mejorar la comunicación en vuestra empresa familiar y en vuestra familia. ¿Añadiríais alguno más? Os invito a compartirlo a través de los comentarios. Y también os invito a escuchar la nueva serie de podcasts que hemos lanzado, en la que podréis descubrir más recomendaciones para mejorar la comunicación intrafamiliar y para superar las barreras que en muchas ocasiones hacen que esta comunicación resulte tan compleja.