¿Cuántas veces habéis oído la frase: “estoy desmotivado”? Seguro que muchas. A lo largo de mis años de experiencia en empresa familiar, he conocido muchos casos en los que los miembros más jóvenes de la familia propietaria se sentían desmotivados con el proyecto empresarial familiar.
En algunos casos, eran los progenitores los que me exponían su preocupación ante la falta de ilusión por sumarse al negocio familiar que percibían en sus hijos. En otros, eran los jóvenes los que compartían conmigo su desmotivación, preocupados porque no se veían trabajando en la empresa familiar y sabían que eso disgustaría a sus padres. Tanto en un escenario como en el otro, suelo recordar a los protagonistas que participar en la empresa familiar no se limita a trabajar en ella. Se puede aportar mucho valor siendo un accionista responsable, por ejemplo.
Cada persona ha de encontrar su vocación, esa razón que da sentido a su vida y que le hace sentir bien porque le permite dar lo mejor de sí mismo. Cuando la identifique, encontrará la motivación. Al fin y al cabo, motivarse significa encontrar motivos.
La automotivación depende de nosotros, como explica Pablo Maella, lecturer del Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones en el IESE, en el documento “Las claves de la automotivación en el trabajo” (podéis leer un resumen en IESE Insight). Pablo explica que la automotivación depende solo de nosotros, no de las circunstancias ni de los demás, aunque es cierto que determinado contexto y determinadas personas facilitan o dificultan que logremos motivarnos.
En definitiva, somos nosotros los que, de manera más o menos consciente, decidimos si queremos estar motivados o no. Y existen ciertas conductas que impulsan nuestra automotivación: Pablo expone en este documento diez comportamientos que todo profesional puede aplicar si quiere aumentar su nivel de automotivación en el trabajo. Todos los que propone son aplicables a la empresa familiar, pero hay seis que me parecen especialmente interesantes en este contexto:
- Aceptar a los demás tal como son. Esto facilitará que se forjen relaciones significativas con los demás miembros de la familia, lo que repercutirá de forma positiva en el clima familiar.
- Conocerse y aceptarse, asumiendo las fortalezas y debilidades. El autoconocimiento es esencial para descubrir cómo se puede aportar valor a la empresa familiar.
- Valorar lo que uno tiene y ser agradecido. Aprender a disfrutar del presente y practicar la gratitud contribuye a aumentar el nivel de bienestar.
- Dar el mayor sentido posible a todo lo que se hace, y para lograrlo es esencial saber cómo encaja la empresa familiar en nuestros objetivos vitales.
- Poner ilusión y asumir la responsabilidad. Preservar el legado de las generaciones anteriores supone una responsabilidad para los miembros más jóvenes de la familia empresaria.
- Ser tenaz y perseverante con las propias metas. El esfuerzo, la determinación y la perseverancia son indispensables para alcanzar nuestros objetivos.
Espero que estas recomendaciones os resulten de utilidad. Sin embargo vosotros sois los que lo vivís en primera persona. Seguro que tenéis aportaciones a hacer. ¿Qué otro consejo sumaríais a esta lista para aumentar la automotivación de las generaciones más jóvenes de la familia empresaria a partir de vuestra propia experiencia?