Toda gran empresa nace de una gran idea. La afirmación es cierta, pero solo en parte. Muchas grandes empresas no parten de ideas revolucionarias, sino de que tienen su origen en personas que son capaces de identificar oportunidades de negocio que otros no han sabido detectar o de revitalizar negocios que parecían condenados a desaparecer.
Muchas empresas visionarias no son el fruto de un éxito temprano, sino del trabajo constante y sostenido de un grupo de personas que creyeron en una idea y lucharon por ella. Como en la fábula de la tortuga y la liebre, algunas empresas visionarias empiezan la carrera con paso lento, pero a la larga acaban ganando la carrera, como escriben James C. Collins y Jerry I. Porras en Empresas que perduran (Paidós).
Este libro de la década de 1990 se ha convertido en todo un clásico del management. Aunque no se centra en la empresa familiar, releyéndolo estos días me ha sorprendido lo fácil que resulta trasladar todo lo que allí se explica al ámbito de las empresas familiares. De hecho, algunos de los ejemplos que se exponen son de empresas de propiedad familiar, como los casos de Marriott y Wal-Mart.
Empresas que perduran desmonta doce mitos comunes sobre empresas visionarias. A cada uno de ellos dedicaré un post a lo largo de las próximas semanas, aplicando la idea original de Collins y Porras a la empresa familiar. El primer mito es el que da título a este post: los autores aseguran que no es necesario tener una gran idea para empezar una gran compañía. Y estoy de acuerdo con ellos. Veamos un ejemplo.
Tomás Pascual Sanz empezó vendiendo bocadillos cuando solo era un niño en los trenes que pasaban por la estación de Aranda de Duero, en Burgos, donde su padre tenía una pequeña tienda-cantina. Muy pocos años después, Tomás fue a vender conservas por los pueblos, primero en bici y luego en moto, para ampliar el alcance del negocio familiar.
Los orígenes el grupo Leche Pascual se remontan a 1969, cuando Tomás recibió el encargo de salvar la cooperativa lechera de Aranda, que estaba en quiebra. Así nació Industrias Lácteas Pascual, que 3 años después pasó a denominarse Leche Pascual. La cooperativa producía por aquel entonces 3.000 litros de leche al día, pero si querían sacar adelante el negocio necesitaban expandirse y encontrar la manera de aumentar la vida del producto. Tomás Pascual viajó a Inglaterra y allí descubrió la leche uperizada. En 1973, Leche Pascual fue pionera en España al desarrollar el proceso de uperización y envasado en tetra brik.
El éxito de la empresa, hoy denominada Calidad Pascual, no radica por tanto en una idea inicial brillante, sino en la capacidad de un empresario para sacar adelante un negocio que estaba a punto de quebrar. ¿Cómo lo consiguió? Explican en su página web que Pascual es “un relato de tenacidad y constancia” y “una aventura de pioneros”. Su secreto se basa en el trabajo duro y en estar siempre atentos a las innovaciones. No es casualidad que en la década de 1980 fueran también los primeros en España en lanzar la leche desnatada y semidesnatada.
Muchas empresas familiares prosperan gracias a la tenacidad, la constancia, el trabajo duro y la capacidad innovadora de sus fundadores y de sus sucesores. De hecho, me atrevería a decir que ninguna idea, por buena que sea, podrá triunfar si no cuenta con el respaldo de esos ingredientes.
Me encanta este post Josep, es uno de mis temas favoritos. En las clases o charlas que de vez en cuando imparto, siempre mantengo esa idea: ideas novedosas como fue Facebook hay muy pocas, pero para crear una empresa sólo tienes que hacer mejor algo que ya se esté haciendo. Si haces las cosas mejor, triunfarás, seguro. Pero hay que tener en cuenta tres premisas:
1) Si haces algo realmente mejor, el mercado lo acabará reconociendo
2) No esperes que el mercado lo reconozca de forma inmediata, seguramente necesitará tiempo
3) Como probablemente necesitará tiempo, asegúrate de que dispones de recursos para aguantar el tiempo necesario
Un abrazo