Es un error pensar que la eficacia es algo innato. La frase no es mía, si no de Peter Drucker, aunque la comparto totalmente. Está extraída de Reflexiones para un director, un libro publicado por la Asociación para el Progreso de la Dirección en 1973 y que he estado releyendo durante el verano.
¡Qué inspirador resulta leer a los autores clásicos de la dirección de empresas! Mientras redescubría estas reflexiones del que es considerado el padre del management moderno, pensaba en lo fácil que resulta aplicar sus ideas sobre dirección a las empresas familiares. No es de extrañar, pues al fin y al cabo el tipo de propiedad influye en la gestión, pero no lo cambia todo. La esencia de la dirección de empresas es la misma, sean éstas familiares o no familiares.
Drucker fue el primero en considerar la dirección de empresas como una responsabilidad específica dentro de la organización. Así lo explica en el libro The practice of management, publicado en 1954, cuatro años antes del nacimiento del IESE. En este y otros libros del autor me basaré para escribir los próximos posts, en los que llevaré sus reflexiones sobre management general al ámbito de la empresa familiar.
Para empezar, volvamos al libro que citaba al principio del post, Reflexiones para un director. En él, Drucker explica que la eficacia consiste en hacer las cosas tal como han sido previstas y de la forma más rentable, y ofrece algunas recomendaciones para alcanzarla.
La eficacia representa nuestra contribución personal a la productividad y a los resultados concretos que ha definido la empresa, según sus palabras. Por eso, solo los profesionales que saben enfocarse hacia un objetivo determinado pueden llegar a ser eficaces.
El camino para ser eficaz comienza en uno mismo: el autoconocimiento es esencial, señala el autor. Es lógico, puesto que lograr la eficacia tiene mucho que ver con conocer y aceptar nuestras limitaciones, y saberlas compensar rodeándonos de un buen equipo de colaboradores. Y todo líder ha de saber gobernarse a sí mismo antes de poder liderar a los demás.
También es importante tener capacidad de concentración, pues la dispersión nunca conducirá a la eficiencia, y saber priorizar. Dos consejos que creo que están hoy más vigentes, en un entorno acelerado donde parece que todo ha de ser rápido e inmediato, que cuando el autor los escribió hace cuatro décadas.
¿Cuál es el mayor obstáculo para la eficacia, según Drucker? ¡La ineficacia! Puede parecer una obviedad, pero conviene hacer hincapié en algo no tan obvio: a veces los ineficaces son los que más horas trabajan y parecen dedicar todo su tiempo a la empresa, algo que muchas veces sucede e incluso es alabado en la empresa familiar. Pero, como sentencia Drucker, “no importa el tanto como el cómo, la cantidad como la calidad”.
Nada que no sepamos, pero hay que ver con cuanta frecuencia lo olvidamos.
Es impresionante como Drucker define con sencillez y cuatro palabras el significado de la eficacia, su admirable libro Practice of management no me canso de leerlo. Gracias por la interpretación que la Cátedra hace de sus reflexiones y así hacernos pensar.