“Emprender no es algo natural ni creativo. Es trabajo”. Así lo explica Peter Drucker y se recoge en el libro Drucker esencial (Editorial Edhasa). No existen recetas mágicas para innovar, pero sí hay algunas claves que ayudan a fomentar la innovación, como veíamos en este post.
Lograr el compromiso del CEO, implicar a toda la organización, incluir la innovación en la misión de la empresa, diseñar una estrategia, contar con un buen liderazgo del proyecto innovador pero delegar la ejecución y buscar resultados son algunos principios que ayudan a innovar.
Otro aspecto crítico es contar con estructuras adecuadas. Señala Drucker que para que un negocio sea capaz de innovar debe crear una estructura que no solo permita sino también incentive que las personas sean emprendedoras. Es importante contar con las políticas adecuadas y premiar la conducta emprendedora dentro de la empresa, es decir, premiar el intraemprendimiento, como dirían mis colegas Julia Prats y Pedro Nueno, y no castigarlo.
Por otra parte, lo nuevo debe organizarse de forma independiente de lo ya existente. Asegura Drucker que, cuando se intenta que una unidad que ya existe en la empresa se haga cargo de la innovación, suele conducir al fracaso. En estos casos, lo que ya está en marcha suele ser prioritario para las personas que son responsables de ese trabajo. Imaginemos que el director de producción de una empresa recibe el encargo de experimentar con nuevos materiales, pero sin que ello afecte al ritmo de producción actual. ¿A qué dará prioridad? A su tarea principal, que ya está dando resultados, y por la que tendrá que rendir cuentas. Así, lo existente adquirirá prioridad ante lo nuevo que, aunque sea prometedor, puede tardar años en dar resultados.
Los responsables de las áreas existentes estarán demasiado ocupados defendiendo su trabajo para poder dedicarse a innovar. La innovación quedará relegada a segundo término y puede que cuando se desee ponerla en marcha ya sea demasiado tarde. Como explica Drucker, “las unidades existentes son capaces de ampliar, modificar o adaptar lo que ya existe; lo nuevo debe trabajarse en otra parte”. Además, añade que esta nueva división de innovación ha de estar ubicada en una posición de alta jerarquía.
Ha de haber alguien dentro de la empresa cuya tarea específica sea trabajar por y para la innovación. No tiene que ser su ocupación exclusiva, pero sí que ha de tener asignada esa función como parte esencial de su trabajo y no solo como un encargo extra que se sume a sus ocupaciones habituales. Y esa persona encargada de liderar la innovación debería ser alguien cuyo prestigio y autoridad sean indiscutibles, para que nadie del equipo cuestione su labor.
El esfuerzo innovador y el equipo que lo realiza requieren diferentes normas y mediciones. No pueden regirse por las normas de un departamento a pleno rendimiento que ya está dando resultados. Por ello, Drucker recomienda organizar el proyecto de innovación de manera independiente desde el principio para “no matar lo nuevo por negligencia”. Estas son las recomendaciones que el autor ofrece para incentivar la iniciativa emprendedora dentro de la empresa, pero también identifica algunas malas prácticas que se deberían evitar. Las expondré en mi próximo post.