Innovación, estrategias de comercialización e internacionalización. Estos son los ingredientes que han hecho del francés Groupe Bel un negocio redondo, como lo son sus conocidos quesitos Babybel, desde su fundación en 1865.
El hijo del fundador se hizo pronto cargo de la empresa familiar, al fallecer su padre, como explicamos en el artículo que hemos publicado In Family Business. Desde el primer momento, Léon Bel investigó el potencial de los quesos procesados y exploró nuevas formas de comer queso y de presentar sus productos. Buscaba la manera de fabricar quesos sabrosos que, a la vez, fueran baratos, fáciles de transportar y conservar. Y la encontró: el resultado fue el lanzamiento de La vache qui rit (La vaca que ríe) en 1921, el primer queso fundido que se presentaba al mercado en forma de porciones individuales envueltas en aluminio, lo que supuso una mejora en la conservación, transporte y consumo del producto.
La vache qui rit fue la primera marca de queso registrada en el Instituto Francés de la Propiedad Industrial, una acción pionera en aquel momento. Léon era consciente de la importancia de diferenciarse de sus competidores, motivo por el cual también se preocupó del packaging del producto. Los triángulos de queso se presentaban en cajas redondas, inicialmente de metal, en las que aparecía la imagen de una vaca de pie en un prado. El dibujo era obra del propio Léon Bel, que un año después encargó el diseño de la imagen de marca al ilustrador Benjamin Rabier, que apostó por crear una atractiva ilustración de una vaca riéndose y con aspecto divertido. La imagen tuvo éxito inmediatamente y todavía se mantiene a día de hoy.
Las estrategias de comercialización han tenido una especial relevancia en la historia de Groupe Bel desde el principio. Además de la cuidada presentación de sus productos, Bel ha diseñado elaboradas campañas para promocionarlos y ha experimentado con diversos formatos y soportes para sus anuncios, con lo que ha logrado una fuerte identificación del consumidor con la marca. Los primeros anuncios de La vache qui rit vieron la luz en Francia en 1950.
Además de innovar a la hora de envasar y dar a conocer los productos, la empresa nunca ha dejado de investigar para ampliar su catálogo de referencias continuamente. Tras el éxito de los quesitos triangulares, Bel lanzó al mercado en 1952 un queso redondo, llamado Babybel. Veinticinco años más tarde se comercializó Mini Babybel, uno de sus productos más populares. En paralelo, el grupo siguió rediseñando y mejorando los formatos de presentación, haciéndolos más atractivos para el público. Además, poco a poco ha ido incorporando especialidades y sabores locales a su producto.
Las innovaciones en el procesado y conservación de los quesos permitieron que Groupe Bel pudiera internacionalizar su actividad muy pronto. Ya en 1929 los Bel comenzaron a exportar sus productos y construyeron las primeras plantas de producción en Bélgica y Reino Unido. En la década de 1970 la expansión internacional se amplió de Europa occidental a Estados Unidos y Marruecos, y posteriormente a Siria, Japón y China.
Anticiparse a los nuevos hábitos de consumo, atender las expectativas de un mercado en continua transformación, y proponer ideas originales y de calidad ha sido, desde sus orígenes, el leitmotiv de esta empresa familiar de origen francés que todavía hoy sigue en manos de los descendientes del fundador. La trayectoria del fabricante de La vaca que ríe y Babybel, con más de 150 años de historia, ofrece interesantes enseñanzas para todas las empresas familiares.
En vuestra empresa familiar, ¿la innovación forma parte de la estrategia de negocio? ¿Cómo se promueve la innovación? ¿Existe una estrategia bien definida de comercialización y promoción de los productos? ¿Os habéis planteado internacionalizar la actividad?
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.