Mi colega Xavier Oliver, Profesor Extraordinario del IESE, recoge en un caso algunas de las claves del éxito de este restaurante situado en Girona que ha sido reconocido con tres estrellas Michelin. Aunque no existen recetas mágicas, muchos de los ingredientes que han convertido a El Celler de Can Roca en el segundo mejor del mundo, según el ranking The World’s 50 Best Restaurants, forman parte del ADN de las empresas familiares.
Los hermanos Roca se han mantenido fieles a sus orígenes desde que en 1986 abrieron El Celler de Can Roca al lado del restaurante que tienen sus padres, llamado Can Roca. “Allí crecieron, en medio del bullicio de platos, ollas y clientes. El bar era su salón, el paisaje donde jugaban, hacían los deberes escolares, miraban la televisión…”, explican en la web.
Crecer en Can Roca, donde su madre todavía se ocupa de los fogones y donde comen a diario, despertó en ellos la pasión por la cocina. Montserrat Fontané “es la pieza clave que encontramos tras la vocación de los tres hermanos”, aseguran en su web. Fue ella quien les enseñó a cocinar con respeto, con cariño y con generosidad. De ella aprendieron también a trabajar duro y con pasión, algo que siguen aplicando a diario en su cocina.
Los reconocimientos de los últimos años no les han hecho olvidar de dónde vienen. “Todavía seguimos en el mismo lugar en el que nacimos, crecimos y finalmente hicimos realidad nuestro sueño. Hay una conexión con los orígenes”, explica el chef Joan Roca. Los éxitos tampoco les han hecho perder la ilusión por el trabajo bien hecho, y explican que siguen aprendiendo y perfeccionando sus habilidades cada día, buscando nuevas ideas y experimentando sin descanso para evitar estancarse.
La innovación es otro rasgo que comparten las empresas familiares exitosas. El Celler de Can Roca dedicó 12.000 horas a la investigación en 2014, lo que les permitió incorporar 58 nuevos platos a la carta. Por supuesto, esto no hubiera sido posible sin la colaboración de su equipo, formado por los mejores profesionales, capaces de “cuestionarse las cosas continuamente para ir abriendo caminos y buscando formas de transformar los productos”.
Y es que no se puede dirigir una empresa en solitario: hay que saber trabajar en equipo, es importante cuidar a los colaboradores y crear un buen clima de trabajo en el que cada persona pueda crecer y convertirse en la mejor versión de sí misma.
En El Celler de Can Roca, todos los martes por la tarde cierran el restaurante y trabajan con una coach especializada en psicología de equipos de alto rendimiento. Pierden ingresos, pero ganan en cohesión. En estos encuentros se fortalecen las relaciones interpersonales entre los empleados y se solucionan las tensiones que puedan existir entre departamentos. Además, son el espacio ideal para reflexionar juntos como un equipo y plantear los nuevos retos de futuro.
La receta del éxito de El Celler de Can Roca incluye ingredientes como mantenerse fiel a las raíces, apasionarse por el trabajo bien hecho, trabajar duro, innovar sin descanso y cuidar del equipo. Como veis, todos ellos los encontramos también en las empresas familiares más longevas.
Josep Tàpies es el titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE y Profesor emérito del Departamento de Dirección Estratégica del IESE.