Cualquier empresa, familiar o no, cuando piensa en términos de gobierno corporativo tiene que pensar que ese gobierno corporativo tiene dos ámbitos: uno interno y otro externo.
En el entorno interno deben existir órganos y estructuras que aseguren el buen gobierno. Me refiero a disponer de un buen director financiero, un buen director de contabilidad, un controller, un sistema de información que asegure la rendición de cuentas y un departamento legal, son condición sine qua non para un buen gobierno corporativo. Un consejo de administración no se puede permitir correr el riesgo de que la información que le llega no sea realmente un fiel reflejo de la situación económica de la empresa.
Sin embargo, todos sabemos que la contabilidad es un reflejo de la realidad modulada por tres efectos: la propia realidad económica, los errores en la medida que siempre existirán, pues la objetividad es muy complicada de obtener, y finalmente el sistema de incentivos que apliquemos a nuestros directivos que, queramos o no, les inducirá a un determinado tipo de comportamiento que puede acabar influyendo en la contabilización de las cosas.
En el entorno externo hay una serie de grupos de interés que influyen también en el gobierno corporativo. Me refiero a la ley de sociedades de capital y el código unificado de buen gobierno que, aunque está pensado para las empresas cotizadas, es muy recomendable seguirlo, aunque nuestra empresa no lo sea. La prensa y los medios de comunicación en general son también un grupo de interés al que cualquier consejo debe prestar atención. Existen muchos otros grupos de interés que podríamos mencionar, pero prefiero poner de nuevo el foco en uno muy característicos de las empresas familiares: los familiares no accionistas.
Familiares no accionistas haberlos haylos siempre, y hay que tenerlos en cuenta, como ya comenté en mi último post. También expliqué que, con la ley mercantil en la mano, uno podría pensar: si no son accionistas no tienen nada que decir sobre la marcha de la empresa. ¡Error garrafal! En las empresas familiares, además de la propiedad que confiere la ley mercantil, hay una propiedad emocional que es la que aglutina todos los miembros de la familia alrededor de un propósito común.
Como advierte el título del libro escrito por Katy Danco en 1981: From the other side of the bed. El que está todas las noches al otro lado de la cama, en la empresa familiar cuenta y mucho. No les podemos olvidar, al fin y al cabo, son los padres de nuestros nietos o bisnietos.
En el próximo post hablaremos de cómo integrar a esos familiares no accionistas a través de los órganos de gobierno.