Las empresas familiares dominan la economía mundial: según la última Global Family Business Survey de PwC, aportan más de la mitad del PIB anual del mundo y generan alrededor de dos tercios del empleo. Su fuerza también se aprecia en las nuevas empresas: el 85% de las empresas de nueva creación se funden con dinero familiar.
Como examinamos en un post anterior, una faceta importante de la riqueza socioemocional (SEW por sus siglas en inglés) en las empresas familiares es la conservación del control familiar, la influencia y los vínculos familiares.
Por ese motivo, muchas empresas familiares recurren a las OPI cuando necesitan nuevas fuentes de capital para seguir creciendo o reforzar su patrimonio. Al asegurar el capital de un grupo diverso de accionistas minoritarios, evitan diluir la influencia de la familia a largo plazo.
Las empresas familiares que cotizan en bolsa también priorizan estas dimensiones del SEW sobre los beneficios a corto plazo, por eso muchos suponen que surgen con cierta frecuencia las tensiones entre los miembros de la familia y los accionistas minoritarios.
Pero, ¿es realmente así? ¿Expresan los accionistas minoritarios su descontento a través de propuestas polémicas que cuestionan las políticas de los propietarios?
Mis colegas y yo decidimos poner a prueba esta hipótesis con un análisis de miles de propuestas de los accionistas, presentadas a 543 empresas familiares que cotizan en bolsa durante un período de diez años.
Áreas de conflicto
Según nuestro estudio, las principales áreas de conflicto de las empresas familiares se sitúan en tres líneas principales: cuestiones contractuales como la contratación, el despido y las decisiones de remuneración; importantes decisiones estratégicas como las fusiones y adquisiciones, la diversificación y las desinversiones; y, por último, las iniciativas de RSC, incluidos los proyectos que mejoran la imagen de la familia sin un objetivo económico.
También examinamos otras dimensiones como los resultados financieros y la presencia de miembros de la familia en el equipo directivo. En estos casos, había más probabilidad de tensiones cuando un miembro de la familia ocupaba el puesto de consejero delegado, cuando el fundador ya no formaba parte de la toma de decisiones, o cuando los resultados financieros estaban por debajo de las expectativas de los accionistas.
Conclusiones del estudio
A contrario de la creencia popular, estos conflictos son poco frecuentes: según los resultados de nuestro estudio, los accionistas minoritarios no se sentían “expropiados” por los propietarios familiares. Seguramente, el buen rendimiento económico de las empresas familiares explica esta relación armoniosa: a pesar de su orientación “la familia está ante todo”, suelen conseguir mejores resultados financieros comparado con las empresas no familiares. Por lo visto, lo que es bueno para la familia es bueno para la empresa.
La investigación del Prof. Berrone sobre la riqueza socioemocional ha llevado a su recocimiento como uno de los académicos más citados del mundo por tercer año consecutivo.
Imagen del carrusel: Mikael Kristenson on Unsplash.