Dave Specht en su obra The wealth stewardship profile sostiene que la auténtica riqueza de toda familia empresaria no se basa solo en el capital financiero, sino en capitales intangibles que cada familia sabe administrar del modo adecuado, en la medida que constituyen un elemento cohesionador a la vez que una fuente de ventaja competitiva.
Hablé de aquellos tipos de capital en este otro post, en el que quedaba claro que la gestión de la riqueza debe ser cualitativa y no meramente cuantitativa. Pero me parece oportuno repasar brevemente en qué consiste cada tipo de capital en el marco de esta serie sobre riqueza socioemocional que inicié hace un par de semanas.
Specht entiende por capital intelectual el modo como los individuos aprenden y mejoran sus conocimientos, resuelven sus conflictos, toman decisiones conjuntamente y se aconsejan entre ellos. Es difícil decir más en tan pocas palabras. Estamos de nuevo recalcando la relevancia de las relaciones interpersonales en las familias empresarias. Quiero destacar la importancia de disponer de mecanismos de resolución de conflictos antes de que estos aparezcan, así como la mentoría como medio de aconsejarse los unos a los otros.
El capital humano es multidimensional y constituye el activo más importante de una familia empresaria, por eso es esencial buscar y descubrir los talentos de cada miembro de la familia. Hay aportaciones de talento que no dependen de tener o no una formación universitaria. El paso por la universidad y por la escuela de dirección de empresas es importante, pero hay capacidades y habilidades que no se aprenden en las aulas, sino en el seno familiar.
La tercera dimensión es el capital relacional, que hace referencia a las relaciones interpersonales. El modelo de relación basado en unos principios y unos valores vividos por toda la familia, es fundamental a la hora de entender el capital relacional tal y como lo entiende Dave Specht. Es importante insistir en que la buena relación comienza por al autoconocimiento y por tratar de entender la personalidad de aquellos con los que necesariamente deberemos interaccionar dentro de la familia empresaria.
Aquí podríamos retomar lo que decíamos hace dos semanas sobre la identificación de los miembros de la familia con la empresa familiar, la creación de relaciones sociales vinculantes y el papel de las emociones en el contexto de la empresa familiar. Me atrevería a decir que el capital relacional positivo es crítico. Recalco lo de positivo porque desafortunadamente también puede ser negativo. Hay que trabajar en pro de que sea siempre positivo.
En el próximo post seguiremos con este interesante tema de los siete tipos de capital de Dave Specht.