En mi anterior post, resalté dos de los errores más comunes que suelen acontecer en las empresas familiares. Para no seguir hablando de errores, he titulado este post “Otras cosas que suelen suceder en las empresas familiares”.
Por supuesto suceden muchas cosas buenas en las empresas familiares. A mi colega, maestro y amigo, el profesor Miguel Ángel Gallo, le gustaba decir que las buenas empresas familiares son ELISA, un acrónimo para describir su búsqueda de los siguientes objetivos:
> Excelencia
El calificativo se explica por si mismo.
> Low profile
Las empresas familiares son efectivamente de perfil bajo. He conocido empresas familiares muy importantes que le daban a su director de comunicación la consigna de que, cuanto menos apareciesen en los medios, tanto mejor.
> Iniciativa
Sin iniciativa no hay sostenibilidad. La empresa familiar tiene que trascender a la primera y siguientes generaciones. Hay muchos y abundantes ejemplos. En el libro 100 familias que cambiaron el mundo explicamos la historia de un centenar de ellas.
> Simplicidad
Suelen tener muy clara su estrategia. Como argumentaba Michael Porter, lo verdaderamente difícil en la estrategia es saber lo que no hay que hacer. La mayoría de las empresas familiares lo saben.
> Austeridad
Un valor importante que en las empresas familiares exitosas se transmite de generación en generación. La tan cacareada máxima de creación de valor para el accionista nunca ha hecho mella en las empresas familiares.
Es muy difícil de imaginar una empresa familiar que haga fichajes de CEOs con sueldos millonarios para aumentar el valor de la acción, por poner solo un ejemplo.
Precisamente porque las empresas familiares aspiran a la excelencia, es bueno fijarse en todo aquello donde haya oportunidad de mejorar. Ya comentamos en el post anterior del riesgo ADN y el de no seguir las reglas de mercado, tanto en lo que se refiere a los salarios como a la retribución de los accionistas.
Quisiera añadir hoy algunas cuestiones más, como pueden ser la confusión de relaciones afectivas con las relaciones contractuales, el retrasar la sucesión y la percepción de inmunidad.
La confusión del tipo de relaciones
Blaise Pascal dijo que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Es cierto, no obstante, es importante tener la cabeza fría a la hora de tomar decisiones que se pueden analizar racionalmente, como son las de índole empresarial. El negocio hay que llevarlo con la cabeza, no solo con el corazón.
La sucesión
Este tema ha hecho correr ríos de tinta, pero es bueno recordar que la sucesión es un proceso. No un acto. Y como tal proceso es largo, dura años.
Hay que empezar a plantear la sucesión cuando el predecesor se encuentra en plena forma y goza de total autoridad para iniciar ese proceso. Retrasarlo entraña un elevado riesgo de fracaso.
La inmunidad
Creerse inmune a los riesgos mencionados es la mejor manera de ir cayendo en todos y cada uno de los mismos. Así pues, un poco de humildad a la hora de enfocar estos temas.