Ya nos habíamos olvidado del rescate -esa ayuda extraordinaria que España podía pedir a la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, para resolver el problema del cierre de los mercados exteriores. Bueno, el gobierno español ya pidió una de esas ayudas, para sus bancos; pero cabía que también lo pidiese para su deuda soberana. La decidida intervención del BCE en el verano pasado hizo perder interés por el rescate. Ahora ha vuelto a aflorar, de la mano del CAREC, Consejo Asesor para la Recuperación y el Crecimiento, un organismo consultor nombrado por la Generalitat de Catalunya. El CAREC no se pronuncia sobre el rescate (que, en todo caso, es competencia del gobierno central), pero sugiere que se mantenga abierta la puerta para pedirlo, si es necesario.
Esta sugerencia puede tener dos motivaciones. Una: pedirlo reduciría la prima de riesgo de la deuda española, porque los acreedores considerarían que el gobierno español dispondría de toda la ayuda de la Unión Europea, que respaldaría su deuda, reduciendo considerablemente el riesgo. El CAREC alega esto, diciendo que el acceso de las empresas españolas a los mercados financieros exteriores depende, en buena medida, de la prima de riesgo del país: si no se fían del gobierno, ¿cómo se fiarán de las empresas? Reducir la prima de riesgo y, por tanto, los tipos de interés de la deuda pública supondría, pues, el abaratamiento de la deuda de las empresas. Y esto sería muy bueno para la recuperación económica, sobre todo abriendo la puerta para que más empresas puedan acudir a los mercados financieros internacionales, cosa que ahora no es fácil.
Hay otro argumento, que se ha presentado en ocasiones. El rescate implicaría que el BCE compraría deuda española. Esa deuda está ahora en poder de los bancos españoles, a partir de un juego curioso: el BCE ha prestado grandes cantidades a los bancos españoles, que estos han utilizado para comprar deuda pública española, no para conceder crédito al sector privado. O sea, la emisión de deuda pública está expulsando del mercado del crédito bancario a las empresas y a las familias españolas. Si el BCE compra esa deuda, libera fondos para el sector privado. Y esto es también bueno.
Me parece bien que se consideren estos argumentos. Respecto del segundo, sin embargo, me queda una duda. Si España pide el rescate, ¿cuál será la actitud de los inversores extranjeros para con la banca española? ¿Aumentarán sus préstamos y depósitos? Si es así, se facilitaría la financiación del sector privado. Pero cabe también que mantengan sus reticencias, pensando, por ejemplo, que si el gobierno pide el rescate es porque la banca necesita más ayuda, en cuyo caso no mejorará su confianza en nuestras instituciones financieras.
Hay otros argumentos, en favor y en contra del rescate, que no quiero comentar aquí. Si lo he traído a colación es por la actualidad que la CAREC ha dado al tema, y para señalar algunas conclusiones que me parecen importantes. Una: más allá de la evolución de la deuda pública española, la solidez y solvencia de nuestros bancos es clave para la confianza exterior y la reactivación económica. Otra: la excpulsión del crédito al sector privado por la deuda pública no es un problema de quién compra esa deuda, sino de su volumen, de modo que es importante seguir reduciendo el déficit y poner límite al crecimiento de la deuda pública.
Hay otras cuestiones que no son propias de este «foro»