Hace unos meses trabajé en la edición de un libro titulado «The Home: Multidisciplinary Reflections», que publicará dentro de unos meses Edward Elgar, promocionado por la Home Renaissance Foundation de Londres y financiado por el Social Trends Institute. En el capítulo con el mismo título que abre el libro, expliqué que el hogar -the home- es el enfoque adecuado para problemas complejos referentes a la familia y al hogar, que necesitan un enfoque interdisciplinar. A modo de ejemplo, explicaré aquí lo que el profesor Harry Burns desarrolla en uno de los capítulos del libro.
Su punto de partida es que, a estas alturas, sabemos mucho sobre qué prácticas logran una vida sana, y muchas personas las siguen. Pero otras no, probablemente porque no les llega información sobre esas prácticas, o porque tienen dificultades para procesar y entender esa información. Burns señala la importancia del ambiente en el que se forma el niño, porque una niñez en un ambiente sórdido, sin una vivienda estable, con escasez de medios económicos, dificultades de acceso a la sanidad, familias desestructuradas, relaciones con el alcohol y la droga, etc., llevan al cabo de los años al fracaso escolar, el desempleo, la criminalidad y la perpetuación de la situación en familias no estables.
El problema no es solo la falta de medios, sino el impacto que esto tiene en el desarrollo del cerebro del niño, que lo hace menos resiliente (no sé cómo traducir este término), menos autoeficaz y con menos autocontrol, con poca capacidad de hacer frente a los retos, con dificultades en la reacción a retos externos, etc. En una conferencia que escuché al profesor Burns contaba el caso de los chimpancés: si la madre tiene acceso regular a comida, el niño está tranquilo y se desarrolla bien; si tiene la comida lejos, pero la encuentra siempre, la situación apenas empeora, pero si la comida aparece de manera irregular, y veces no se encuentra, el chimpancé niño se desarrolla mal.
La solución se busca habitualmente en mayor información sobre lo que conviene al desarrollo del niño, pero esto no basta, como tampoco es suficiente solucionar la falta de recursos económicos: hacen falta otras cosas, que tienen que ver, como ya he dicho, con el entorno y la familia estable. Y esto es importante y urgente porque, como también he dicho, un niño en un ambiente negativo es probable que tenga un desarrollo mental deficiente, con efectos importantes y a largo plazo, también para sus hijos.
Moraleja: las soluciones fáciles (panfletos informativos, renta básica) no son suficientes. Hay que conocer mejor el problema y buscar soluciones más eficientes.
El «puesto» de padre o madre es irrenunciable. Antes podía aludirse a que el estado es mejor padre o madre que un(a) alcohólico(a), pero como nos indicaba Polo, ha aparecido un fenómeno llamado «anomia» que se ha instalado en la sociedad y cambiar de padres en esas condiciones empeora la situación. Según el propio Polo, lo más adecuado es estudiar el movimiento circular «mejorado» que mejor se adapta a tal familia y que según Juan Antonio conviene a los estilos de mando y de dirección que, en este caso, radica en los propios padres y que no lo pueden realizar. El único ente institucional donde los padres mandan y dirigen es la religión (ser ateo es una religión por si acaso, solo que su dios es la superstición o sea, el chisme), lo que nos devuelve a la edad media en lo que a sentido familiar se refiere. Mire usted.
totalmente de acuerdo, los niños tienen que crecer en familias funcionales, de eso depende su pleno desarrollo