Después del optimismo del gobierno, hace ahora unos meses, a la vista de los resultados de las prubas de estrés de los bancos y cajas españoles, la crisis de la deuda resultó ser un jarro de agua fría. Los mercados interpretaron, me parece que correctamente, que las dudas sobre la solvencia del Reino de España no eran tanto dudas sobre el déficit y la deuda pública, sino sobre la posible necesidad de que el Estado español tuviese que rescatar al sistema financiero, profundamente afectado por la morosidad de sus clientes (sobre todo inmobiliarios) y por la pérdida de valor de sus activos.
Esto explica las medidas anunciadas el pasado lunes 24 por la Ministra de Economía, Elena Salgado. «¿Quieren confianza los mercados?», debió preguntarse. «Ya se la dimos, pero no se la creyeron» (con razón, porque escondieron una parte importante de la información: las pruebas de estrés del año pasado no probaron nada). «Ahora les daremos credibilidad de verdad. Basilea III exige un core capital del 6%? Nosotros lo elevaremos al 8% o más. ¿Dentro de tres años? Nosotros lo adelantamos al otoño».
La opinión de los expertos es que esas medidas van en la buena dirección. Pero, a pesar de su contundencia, no crearán la credibilidad que los mercados piden, por lo menos hasta que pase un tiempo.
- El texto del Ministerio de Economía es poco claro. Es lógico: no es un texto legal, sino una declaración a los medios. Pero estas cosas exigen un lenguaje sin ambigüedades.
- También parece lógico esperar a septiembre, como indica la Ministra, porque hay que comprobar qué bancos necesitan ayuda y cuáles no. Y esto exige nuevas pruebas de estrés, que no se preparan en dos días. Pero, claro, hasta entonces los mercados estarán sobre ascuas. La incertidumbre seguirá siendo alta. Y, entre tanto, el mercado de deuda soberana y el de financiación de bancos, cajas y empresas españolas pueden darnos algún susto más.
- Habrá que ver la seriedad de las nuevas pruebas de estrés que se aplicarán. Debe quedar claro que las instituciones financieras españolas han hecho suficiente «limpieza» de sus activos dudosos (la mayor exigencia de core capital puede permitir un error, pero pequeño). No nos podemos permitir un segundo fracaso en la auditoría de esas entidades. El Banco de España tendrá que actuar con contundencia, si hace falta.
- ¿Serán suficientes los 20.000 millones de euros que anuncia la Ministra Salgado, para sanear «definitivamente» a los bancos y cajas españoles? No lo sabemos; algunos comentaristas dicen que la cifra puede ser cinco veces mayor. La incertidumbre seguirá instalada, pues, en nuestro sistema financiero, porque no es lo mismo que el Estado tenga que aportar 20.000 que 100.000.
- El salvamento afectará a todas las entidades que lo necesiten, según parece. Buena medida ante los mercados: no se preocupen, les estamos diciendo: todos los que han puesto dinero en los bancos y cajas españoles lo recuperarán. Mala noticia para los ciudadanos de este país: tendremos que aguantar a todas las entidades, aunque sean insolventes (sí, ya sé que luego, si hace falta, se cerrarán, pero, entre tanto, vayamos preparando nuestro talonario).
- La Ministra quiere que buena parte de la recapitalización corra a cargo del sector privado. Pero, ¿estarán dispuestos los inversores a entrar en entidades cuyo futuro no está claro? ¿Habrá que ofrecerles incentivos, otra vez a cargo de la Hacienda pública? ¿Qué resultado tendrá todo esto en la competencia del sector financiero en este país?
- ¿Cómo se obligará a las entidades a «hacer los deberes» de la reconversión y de la reforma de sus mecanismos de gobierno? ¿Bastará la amenaza de la intervención? ¿Será creíble, más allá de las presiones políticas?
- El futuro de las entidades financieras españolas dependerá no tanto de si consiguen financiación en los mercados, sino de cuál será su modelo de negocio, a qué clientes van a servir, cuáles serán sus ventajas competitivas, cómo harán frente a la competencia internacional (ya hay un banco chino que ha anunciado su intención de operar en España),… La noticia del lunes no dice nada de esto, como es lógico, pero, ¿con qué mecanismos se facilitará esa reconversión de las entidades del sector? ¿Dónde quedará el poder de los políticos que, hasta ahora, controlan la actividad de muchas de esas entidades?
Y no he entrado en la discusión de estos problemas desde dentro del sector. ¿Se hará justicia a la necesaria libertad de las entidades que no están en situación comprometida, para escoger el modelo de empresa que prefieran?
Y ahora que «La Caixa», teóricamente la más fuerte, anuncia su conversión en Banco, ¿qué será del resto?
Gran análisis, Profesor Argandoña. Utilizando el vocabulario clínico, creo que que las cajas de ahorro están en la UVI, especialmente las que tienen que desaparecer. Tienen que asumir el escenario y sus responsabilidades. Ese nuevo escenario lo ha propiciado la crisis, pero posiblemente el mapa bancario público (las cajas, en definitiva son de algún modo «bancos públicos») necesitaba una reconversión de por sí. Sus responsabilidades de cara al tejido social y el empresarial, como garantizar el ahorro y la inversión, respectivamente deben ser ahora monitorizadas por el Estado, o intervenidas si se quiere llamar así.
Sin embargo, hay un aspecto que me mantiene en la incertidumbre. Ese cambio en la titularidad y en la gestión, no sé hasta qué punto evitará los errores del pasado. No se trata sólo de un cambio de dueño, sino también de estrategia a la hora de apoyar económicamente a las empresas y las familias. Quizá haya que tener en cuenta su responsabilidad social y que iniciativas y proyectos debe priorizar como banca, tanto en beneficio de la economía de las personas individuales como en la consecución de una estructura productiva más diversificada y competitiva, renunciando a lo mejor a grandes márgenes e inversiones relacionadas con intereses políticos personales y operaciones especulativas de retorno demasiado arriesgado.
Conclusión, salir de la UVI significa seguir después un control exhaustivo y prevenir de nuevo como sea la enfermedad.
Hacia finales del 2008 aparecía en la prensa alguna que otra noticia acerca de una Caja de Ahorros, la CCM, que daba mucho que pensar. Para ser exactos, la impresión era de que esa caja estaba ya en «suspensión de pagos», pero hubo que esperar unos meses a que fuese reconocido por el regulador.
En muchos lugares es España las Cajas han jugado un papel muy importante ayudando a la «creación de riqueza» que a su vez era bien utilizada por los poderes políticos de turno.
Ahora en tiempos de turbulencias «world wide» ha llegado la hora en que desde el exterior se pidan explicaciones y desde el interior se cierren los ojos y se olvide los buenos tiempos pasados cuando se paseaba juntos.
El agujero existe, el diámetro no lo sabemos por lo que también ignoramos la dimensión del tapón necesario. La ministra tiene ahora una prisa repentina. Y yo también me atrevo a preguntar, ¿no será algún que otro banquero, que acostumbra a usar tirantes y corbata roja, remueve el muy revuelto rio en busca de pesca fácil y económica que le ayude a reparar algunos escapes en su propia casa?
Me temo lo peor y con la única esperanza de que las entidades que han hecho sus deberes y no están en situación comprometida puedan escoger su propio camino y modelo. Roguemos por ello.
Como siempre, muy interesante, profesor. Hace unos años, cuando empezó todo, nos dijo que la crisis terminaría cuando «cantara una señora gorda», aludiendo a una famosa anécdota sobre unas largas cenas que terminaban cuando cantaba una señora gorda. En aquel entonces, no había rastro de la gorda. ¿Cree usted que solucionar el tema de las cajas de ahorro podría indicar que ya hemos encontrado a «la gorda» y que se está preparando para «cantar»?
Mercedes lo recuerdo, pero no, yo personalmente creo que no es un indicativo.