4.696.600 desempleados, un 20,33% de la población activa española, en el cuarto trimestre de 2010, según la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Qué significan esas cifras?
- Son la consecuencia normal, previsible, de la recesión económica. El casi nulo crecimiento del PIB no da para crear nuevo empleo.
- Las variables del mercado de trabajo son de las últimas que mejoran en una recesión, porque las empresas no se deciden a contratar nuevos empleados hasta que consideran sostenible la recuperación. O sea, quedan aún bastantes meses antes de que veamos reducirse las cifras del paro.
- Los sindicatos se han apresurado a decir que la reforma laboral ha fracasado. Ésta es una afirmación partidista: no se olvide que los sindicatos defienden los intereses de sus afiliados, que son, por definición, los ocupados, no los parados. Si no creemos a los fabricantes de vacunas antigripales cuando afirman que la próxima epidemia va a ser muy grave, tampoco podemos esperar que los sindicatos vayan a defender una reforma que, por definición, les perjudica, porque aumenta el número de empleados, es decir, la competencia a los que ahora ya están ocupados.
- La reforma no sirve para crear empleo cuando no hay demanda para la producción de las empresas, sino para animarles a crear empleo desde el primer día que vean que la demanda se recupera. Ocurre aquí como con los reconstituyentes: no nos sacan de la cama, cuando estamos enfermos, sino que nos ayudan a reincorporarnos a la vida activa, cuando llega el momento.
- La reforma empezó bien, pero se ha quedado corta. Quedan piezas importantes, como la reforma de la negociación colectiva, las políticas activas (que son algo más que dar cursos de formación para financiar a los sindicatos y a la patronal: ver lo que dije hace unos días en «¿Formación contra desempleo?«) o enseñar a los jueces a pensar en el bien común cuando aplican la ley -un curso de economía para jueces sería una buena inversión para salir de la crisis.