La seguridad es lo más importante… ¿o no?

Leí hace unos días que una empresa norteamericana ha lanzado una línea de ropa interior diseñada para los escáneres corporales de los aeropuertos, que ya están en uso en algunos países: cuando en la pantalla desaparece la «protección» de nuestras prendas íntimas, aparece un mensaje, legible para el funcionario encargado de supervisar las medidas de seguridad, con el texto de la Cuarta Enmienda de la Constitución norteamericana, que recuerda que sólo se pueden usar esas medidas de control de la persona cuando hay razones fundadas para pensar que se ha cometido un crimen. Y, sin duda, ninguna autoridad puede pensar que los millones de personas que viajamos cada día en todo el mundo somos criminales.

Este tipo de medidas me parece que son un desprecio a la dignidad de la persona, de cualquier persona. Si la ley no permite torturar a un asesino o a un terrorista, auqnue sea detenido in fraganti, ¿cómo puede someter a un trato degradante a unos ciudadanos honrados? Por cierto, cuando nuestros Ministros viajan en avión, ¿les obligan a descalzarse y las cachean como hacen con los demás? ¿Se imaginan al funcionario de seguridad diciéndoles, con la voz cansada con que se dirigen a nosotros: «Cinturones, relojes, botas, móviles,… en la bandeja,… Ordenadores en una bandeja distinta,… Tarjetas de crédito, llaves,…»? ¿Volverían ustedes a unos grandes almacenes en los que los empleados les trataran de esa manera?

Me dirá el lector que la seguridad es importantísima. De acuerdo. Pero, ¿cuál es la efectividad de esas medidas? ¿Se aplican siempre con rigor y profesionalidad? Las medidas que toman van siempre dirigidas a evitar los métodos que ya se han probado antes, como los del terrorista que llevaba el explosivo en los zapatos. ¿Evitará esto, de verdad, la inventiva de los futuros asesinos suicidas?

Sospecho que el problema es otro. Estamos protegiendo a las autoridades y a los responsables de la seguridad que, si pasa algo, quieren tener las espaldas cubiertas. «Tenemos un protocolo de seguridad», nos dirán, «que se cumplió a rajatabla. Se pusieron en práctica todas las medidas previstas. Si luego pasó algo, la culpa no es nuestra». Muy humano, desde luego. Pero no estaría de más que alguien pensase en nosotros, los usuarios, desde nuestro punto de vista, no desde el del funcionario de seguridad.