«Necesitamos una economía dinámica, equilibrada y progresiva, tecnológicamente avanzada, basada en el capital humano, innovadora, que fomente la investigación y el desarrollo, que nos permita ganar la carrera de la competitividad: en suma, una economía que cree valor añadido para todos los españoles».
¿Hay alguien que no suscriba esta bonita frase? Me recuerda una anécdota que leí hace años. Abraham Lincoln, que estaba haciendo campaña como candidato al Congreso de los Estados Unidos, asistió un día a un mítin de su contrario, y se sentó, ostensiblemente, en la primera fila. Al final de su discurso, el candidato arengó a sus partidarios: «Los que quieran ir al cielo conmigo, que levanten la mano». Todos la levantaron, menos Lincoln. «Los que quieran ir al infierno con el Sr. Lincoln, que levanten la mano». Nadie la levantó, ni siquiera Lincoln. El candidato, confuso, se dirigió a Lincoln: «Y usted, Sr. Lincoln, ¿a dónde quiere ir?» Lincoln contestó: «Al Congreso».
Todos querían ir al cielo, claro, pero allí se hablaba de otra cosa: de las elecciones. Todos queremos una economía dinámica, progresiva, etc., pero las frases bonitas no nos la proporcionarán.
Un pequeño botón de muestra: una economía que genera mucho valor añadido, ¿es una economía avanzada en tecnología y capital humano? No necesariamente.
El valor añadido es la diferencia entre lo que los compradores están dispuestos a pagar por un bien o servicio y lo que cuestan los recursos necesarios para producirlo. A veces, los clientes estarán dispuestos a pagar mucho por un producto tecnológicamente muy avanzado, y otras no. Arabia Saudita genera muchísimo valor añadido haciendo agujeros en el suelo y sacando petróleo, con una tecnología que, a estas alturas, no es novedosa ni avanzada: le cuesta unos pocos dólares el barril, y lo vende a 100 dólares. Brasil hace lo propio en el fondo del mar; la tecnología es muy superior a la de los saudíes, pero el valor añadido creado es mucho menor. Otro ejemplo: es probable que este verano vengan más turistas a España, porque la preferirán a Túnez y Egipto. ¿Significa esto que el turismo se ha convertido en un sector dinámico, progresivo, innovador, creador de valor añadido…? ¿O simplemente que disfruta de una ventaja competitiva (transitoria)?
¿Qué queremos? ¿Mucho valor añadido, o sofisticación tecnológica?