La revista norteamericana Markets & Morality me pidió una reseña del libro de Lorna Gold, «New Financial Horizons. The Emergence of an Economy of Communion» (New City Press, 2010). La versión de mi reseña en castellano puede encontrarse aquí. No es una explicación detallada, claro, sino sólo un comentario rápido sobre el libro y, de paso, sobre la Economía de Comunión, una iniciativa promovida en Italia por Clara Lubich durante la segunda guerra mundial, y vinculada al Movimiento Focolare, que se ha extendido desde entonces a numerosos países. Lo que me interesa más en mi reseña es, sobre todo, en qué medida la Economía de Comunión representa una alternativa al modelo capialista de empresa, cuáles son los fundamentos filosóficos y teológicos de esa iniciativa y cómo funcionan, en la práctica, las empresas de la Economía de Comunión.
Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.

En qué consiste la economía de comunión?
Es un movimiento consistente en impulsar a las empresas a actuar éticamente. Primero, dentro de la empresa: con sus propietarios, clientes, empleados, proveedores, etc. -esto no es nuevo. Segundo, con el uso de sus beneficios: lo específico de la Economía de Comunión es el compromiso de destinar una parte de sus beneficios a actividades sociales, una vez cubiertas las necesidades de capitalización y crecimiento de la propia empresa.