Ahora que la natalidad ha bajado en los países desarrollados a niveles que no permiten ni siquiera el mantenimiento de la población a largo plazo, es alentador leer una noticia sobre las ventajas de una población creciente.
Un reciente trabajo publicado por el Fondo Monetario Internacional, escrito por Shekhar Alyar y Ashoka Mody, y titulado «The demographic dividend: Evidence from the Indian states» (verlo aquí), llega a la conclusión de que el dividendo demográfico (la aportación de la población joven) en India tiene «un impacto grande y significativo sobre el crecimiento, tanto en el nivel como en la tasa de crecimiento». «Estos resultados implican que una parte sustancial de la aceleración del crecimiento que la India ha experimentado desde los años ochenta, y que a veces se ha atribuido sólo a las reformas económicas, parece deberse a la estructura de edades del país. Más aún, el dividendo demográfico puede añadir unos 2 puntos percentuales anuales al crecimiento del PIB de la India en las próximas dos décadas».
Para un país, tener hijos es una inversión a largo plazo, aunque costosa a corto. Quizás es costosa para los padres, sobre todo si la sociedad y el Estado no les ayudan, pero las ventajas se ponen de manifiesto, más tarde, para todos. Por tanto, como en toda inversión, hace falta empezar con una actitud de generosidad.
Es por ello que es urgente adoptar políticas más enfocadas a ayudar a los padres que tengan un hijo, como lo están haciendo algunos países europeos
Me recuerda la ponencia del profesor Jean-Didier Lecaillon, economista de la Universidad Panthéon-Assas (París II), en el congreso de Familias Numerosas en 2003 en Sant Cugat… Un grito en el desierto, por cierto.