Muy claro y muy oportuno el artículo de Luis Garicano en Expansión hoy, titulado «Una parábola para la Pascua» (verlo aquí). Uno más de los ya cientos de artículos que nos recuerdan la importancia y la urgencia de la reforma laboral en este desgraciado país, que no tiene otro instrumento a mano para salir de sus males. O nos lanzamos en serio a la reforma laboral, o nos quedaremos en la recesión durante años y años. O quizás debería decir «las» reformas laborales, porque son varias: la de las causas y los costes de despido y la de los tipos de contrato son otras tantas acciones que también son urgentes, que se suman a la reforma que Garicano pide: la de la negociación colectiva.
Garicano señala la causa última de nuestros males: una burocracia de sindicalistas que viven de un negocio que se han creado ellos, a costa de los ciudadanos. El problema del desempleo en este país tiene un componente relacionado con la crisis, a saber, la demanda insuficiente. Pero tiene, sobre todo, un grave problema estructural, creado por el complejo sistema de regulaciones, creados en tiempos del franquismo, para beneficiar a los sindicatos y a los trabajadores que ya tienen su empleo, con contrato indefinido.